Casi como si fuera una constante o una mala costumbre ya arraigada, la incertidumbre se ha adueñado de los últimos inicios de torneos en El Salvador. Desde la pandemia, cuando no había nada claro y la inoperancia de los anteriores Comités Ejecutivos era más que evidente, hasta estos últimos arranques con discusiones entre Comisión Regularizadora, Primera División y cartas de la FIFA en el medio.
En definitiva, entre idas y vueltas, los aficionados nunca tienen claro cuando inician los torneos. Este Clausura 2023 no fue la excepción, lamentablemente.
Esta vez, el patrocinio y convenio del Indes con la Primera es el que está en la mira de la Fesfut y FIFA. Aunque se aclaró el jueves que el inicio del torneo no corría peligro, la misiva de la FIFA -filtrada convenientemente al término de la presentación del torneo- dejó en claro que todo esto entra en conflicto con el marco regulatorio y los estatutos de Fesfut, FIFA y Concacaf.
El torneo empezó en tiempo y forma tal como se prometió, pero este tema está lejos de terminarse, aunque el Indes indicó que está dispuesto a “dar un paso al costado” si el convenio pudiese el desarrollo del fútbol nacional. En dicho caso, aplicará una cláusula de terminación de contrato.
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Pero el torneo empezó. Y la primera fecha tuvo absolutamente de todo, seis expulsados incluidos. Desde los esperados y buenos debuts de Darwin Cerén y Víctor García (sentó al histórico Benji en el banquillo) en el Águila, la tremenda pelea de Fito Zelaya y Ronald Padilla en la goleada impensada de Alianza en Zacatecoluca y un campeón que no estuvo en el juego a la altura de la fiesta que se le preparó en Santa Ana con los refuerzos de jerarquía que no terminaron de encajar en el primer partido pese a jugar un tiempo con uno más.
El torneo se puso en marcha en el campo; solo falta que se termine de certificar en los escritorios.