Mientras el país se prepara para una gran fiesta del deporte, desde el otro lado del mundo, la principal selección del país no genera sensaciones positivas. El primer partido de la gira asiática estuvo lejos de las expectativas previas que no auguraban un triunfo ante Japón pero sí, seguramente, una papel mucho más digno del que se dio en la amarga madrugada de jueves. Mañana el país futbolero espera otro despertar, quizás no en el resultado, pero sien rendimiento, en actitud.
El Salvador contra Japón fue un partido sin equivalencias, dos niveles contrapuestos. No hay análisis que resista un 0-2 y un jugador menos en los primeros 4 minutos de partido. Pero del resto, el partido se jugó a la velocidad que querían los japoneses y ese ritmo que impusieron estuvo muy lejos del compás azul. Si uno ve, fin de semana tras fin de semana, los partidos del fútbol nacional, no debería sorprender el ritmo de juego salvadoreño, extremadamente lento para el escenario internacional.
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Aquí, en esta tierra, será tiempo, a partir del viernes, de ver y hablar de otros deportes: de Roberto Hernández y su equipo en tiro con arco, disciplina que siempre saca la cara por el país;será el tiempo de la vigente puntería del tiro deportivo con Ana Gutiérrez e Israel Gutiérrez; de lo que puedan remar Roberto Carlos y Adriana Escobar; de las patadas que puedan conectar Gaby Izaguirre o Merino; de lo que pueda inventar la pluma de Uriel Canjura; de la velocidad en las ruedas de los patines de Ivonne Nóchez o Marvin Rodríguez; de los goles del fútbol playa.
La fiesta será de ellos, candidatos a medallas por el país, y de todos los deportistas salvadoreños, que mostrarán su orgullo y dignidad de competir por la bandera azul y blanca.