El descenso de Municipal Limeño, el cual me da particular lamento, ya que mi primera cobertura en este periódico fue ver su ascenso en aquel 2016 ante el Atlético Comalapa en el mismo estadio donde bajó, el Ramón Flores Berríos, reveló una vez más que unificar criterios no siempre es la mejor solución.
El equipo femenino de las orientales se quedará sin jugar semifinales, a pesar de haber demostrado un torneo más, su alto nivel competitivo en una liga monopolizada por FAS y Alianza Women y que en una segunda grada se puede colocar a Santa Tecla y a las santarroseñas. Terminaron líderes, invictas y como el equipo con menos goles recibidos en todo el torneo.
El descenso de Limeño dejará sin jugar al equipo femenino y a su reserva
La decisión que días antes se había filtrado a los periodistas que cubrimos fútbol femenino ya causaba decepción, pero las chicas siempre mostraron la mejor intención y se propusieron terminar con el mejor ánimo y ganar, esperando quizá, la esperanza de una reversión.
Pero saber que la misma Primera División pudo haber hecho algo desde el inicio de la temporada al separar los torneos en las Bases de Competencia, o en el peor de los casos, resolver sobre la marcha para darle la oportunidad a las señoritas y no hacerlo, deja un sabor amargo.
El argumento legal existe, es verdad, el artículo 64 de las Bases del torneo femenino que habla de lo no previsto, primero dice que lo que no esté mencionado en esas bases se decide con las de la Primera División (las mismas que descienden a la reserva santarroseña por el descenso del equipo mayor, ya que aplica la misma regla). Dicho y hecho.
La segunda parte de ese artículo dice que si no aplica lo primero, implicaba que el 80 por ciento de los equipos (10 de 12) firmaran una petición para modificar la base de competencia y que fuera la Fesfut y su Comité Ejecutivo quienes decidieran. No hubo forma de darles la oportunidad.
Pero finalmente esto demuestra que siguen quedando muchos aspectos por demostrar si se quiere dar apoyo sincero a la liga femenina, una liga a la que se le recortó el calendario a inicio de esta temporada para jugar apenas 10 fechas de fase regular, que sigue con arbitrajes que en algunos partidos deja mucho que desear, una liga donde una jugadora puede pasar un torneo entero sin jugar si se quiere cambiar de equipo y no la dejan, así, muchas cosas más…
Se perdió una gran oportunidad de darle valor a lo deportivo por encima de un reglamento que merece cambios positivos, en una categoría que por lo visto en las diferentes selecciones sí necesita respaldo. ¿Cuánto más hará falta?