En una semana en la que el fútbol nacional inicia acéfalo de autoridades - la FIFA todavía no dio a conocer los nuevos nombres del Comité Regularizador-, las mejores noticias para el deporte salvadoreño llegan desde París y Nueva York.
Allí, en la impactante capital francesa, los Juegos Paralímpicos dejaron el debut de El Salvador en la boccia, un deporte que está en pleno crecimiento en el país y tiene dos embajadores de lujo.
Rebeca Duarte se ubicó en un dignísimo quinto lugar y estuvo a muy poco de avanzar a semifinales. Las medalla paralímpica estuvo a nada y seguramente llegará en el futuro. Desde el Caserío El Desagüe en Metapán hasta París, a los 21 años tuvo su primera experiencia paralímpica y estuvo al más alto nivel Mundial. Teniendo en cuenta que practica esta disciplina desde 2016, se puede augurar el mejor futuro: su precisión así lo indica. Su compañero Mario Sayes también pudo competir con exigencias entre los mejores del mundo y dio la cara con una victoria. El deporte suele ser la gran esperanza para estos atletas con parálisis que se esfuerzan como nadie para estar en acción; ni decir competir en Juegos Paralímpicos. La gran ilusión de medalla en París está por venir: Herbert Aceituno en parapowerlifting es candidato al podio, que sería su segundo: se subió en los Paralímpicos de Tokio convirtiéndose en el primer medallista olímpico/paralímpico de la historia salvadoreña.
OPINIÓN: El dulce momento de los aguiluchos
En Nueva York, en la elite del tenis, otro salvadoreño deja en alto la bandera azul y blanca. Chelo Arévalo ya es un clásico en cada evento de dobles del ATP Tour y con dos Grand Slams sobre sus espaldas –Roland Garros x 2- busca seguir avanzando en la Gran Manzana, donde ya está entre las mejores 16 parejas del Abierto de EE.UU. Su presencia entre los grandes cracks del mundo ya es una costumbre. Y va por más.