Hay cosas que se volvieron tan comunes que ya las observamos "como ver llover", según uno de nuestros dichos más populares. Una de esas cosas que ya nos ha dado igual es el engramillado del Estadio Cuscatlán.
El problema es que por ahora, según disposiciones de seguridad de la FIFA, este es el único lugar que puede albergar encuentros competitivos de la Azul en el país. Ningún otro tiene aval de la institución para acoger dichos juegos de la Selecta. Es decir, topamos.
No es cosa de decir que "se llevará el compromiso a otros estadios, mejor"; hay un aval que se necesita, sino el duelo no se organiza y punto.
Es cierto, hay muchos que no tienen solvencia moral para criticar la cancha del Cusca, me refiero a extranjeros. Ya que en sus países se dan el mismo u otros problemas que dificultan también la práctica segura del fútbol.
Pero a ver, no por eso hay que dejar de señalar que hace años el engramillado del Estadio Cuscatlán dejó de ser un referente de "bonito" y "excelentes condiciones" para jugar al fútbol. Por ser un estadio privado y multiusos, se celebran en ese engramillado conciertos, eventos religiosos entre otros.
Las pesadas tarimas son el enemigo número uno del césped en el Estadio Cuscatlán. La grama se estropea, muere y debe ser remplazada, sino se originan agujeros, surcos y otra clase de formaciones que no benefician el correcto traslado del balón y de los futbolistas mismos.
La empresa que lo administra puede dar todos los argumentos que quiera: clima, uso y un largo etc. La cuestión es ¿hasta cuándo podrá verse bien y mantenerse así mientras existan los partidos de fútbol de la Selección?
Bueno, si la gente exigiera un poco más, al menos si de fútbol se tratara, debería de quejarse menos y tomar conciencia sobre el asunto ¿pedir una cancha como el espectáculo merece? puede ser, pero quizás debe buscar alguna manera creativa de presionar, sino la cosa seguirá igual.
Un día el español Albert Roca, otrora entrenador de la Selecta, se enteró que un evento de motocross fue el que dañó la cancha del Estadio Cuscatlán mucho antes de que viniera al país. El rectángulo de juego recibió demasiada tierra para esa ocasión y eso averió algo más que la grama, y fue el vital drenaje.
Ese evento tuvo lugar en los años noventa, cuando la Primera División administraba el Cuscatlán en comodato.
Ya pasaron décadas desde aquel show que marcó el deterioro definitivo de la cancha. Un buen drenaje, al menos, hace la diferencia para tener una cancha en óptimas condiciones, aunque los expertos señalan que los mantenimientos de una ahora requieren de más técnicas y maquinaria por el cambio climático.
Personalmente una vez pude ver cómo le cambiaban el engramillado al Estadio Cuscatlán. Fue allá por 2015, y vi como trabajadores faenaban arduamente para retirar el viejo césped para colocar uno nuevo.
Con eso me quedó claro que la inversión para que la cancha permanezca en óptimas condiciones -aparte de no introducirle tarimas y otros objetos pesados- empieza con cambiar el drenaje, y eso no sería todo.
Es una inversión que requiere un esfuerzo económicos de grandes dimensiones. La cuestión es que desde hace varios años se necesita y eso no ocurre. Mientras al menos eso no pase, seguiremos viendo frecuentemente una cancha con parches amarillos, lodo y en el peor de los casos algo más.
Tal vez esa sea una de las razones por las cuales la mayoría de partidos amistosos de la Selecta (contra rivales pesados) se jueguen en Estados Unidos. Claro, hay varias otras condicionantes más del por qué es mejor jugar en "El Norte" para la selección, pero esas ameritan ser discutidas en otra ocasión...
Cusca bonito, se te extraña ¿algún día te veremos como en tus mejores días?
