Ni el más optimista aficionado del Alianza esperaba una final tan cómoda y sosegada como la del sábado. Es cierto que los albos llegaban con el cartel de amplio favorito al duelo decisivo, por rendimiento, calidad y cantidad de jugadores pero Limeño daba toda la impresión de que iba a ser un “hueso duro de roer”.
Todo quedó desvirtuado a partir del minuto 20 cuando Ever Alvarado dejó al cuchero con un hombre menos y un gol abajo. A pesar de las adversidades, jugar con 10 a algunos equipos los agranda pero a los santarroseños le pasó todo lo contrario: ya no tuvo respuestas anímicas ni futbolísticas para seguir en competencia. Y entonces todo fue blanco. Fue una final sin equivalencias.
Así fueron los goles de Alianza para ganar la corona 18
Por si fuera poco, sufrieron a un Emerson Mauricio encendido como nunca, en modo Haaland. El héroe inesperado, el que pocos tenían en cuenta, ya no para ser goleador, ni siquera para ser titular. Pelota que tocaba, iba al fondo de la red.
Si hasta el 20’ Limeño había insinuado algo por la banda derecha con Elvin Alvarado y buscaba el área con centros aéreos, después de la roja, el equipo desapareció. Y Alianza se hizo un festín. Los argumentos albos fueron los mismos que mostró durante todo el torneo: Empezando por la seguridad de Mario, por lejos el mejor portero del país, y con condiciones de sobra para irse a otra liga de mayor desarrollo.
Una defensa sólida y segura encabezada por Henry Romero, un defensor que todos quieren en su equipo y que si logra controlar sus impulsos, es hombre de selección. Este torneo, muy bien acompañado por Mario Jacobo, cada vez más adaptado. Los laterales -Jonathan Jiménez y Alexis Renderos- cumplieron sin sobresaltos.
En el medio Chicho Orellana y Marvin Monterroza son una garantía en cada partido y en cada torneo desde que llegaron desde Metapán en aquel ya inolvidable mercado de pases 2017 (con ellos arribaron también Romero, Mancía y Jiménez, además de Marroquín y Clavel).
Andrés Hernández cumplió su rol; el colombiano salvadoreño Michell Mercado es desequilibrante con velocidad y juego (que bien le vendría su aporte a la Selecta) y Ányelo Rodríguez hizo un surco por la banda derecha cuando se lo propuso; fue un refuerzo de jerarquía, como manda la historia alba.
Arriba, Julio aportó goles en todo el campeonato pero el estrellato y la historia en esta final tuvo nombre propio: Emerson Mauricio no falló una y se convirtió en leyenda. Nadie hizo tantos goles en un partido final como él. Y eso que salió al 68’ sino -en su condición y efectividad- podría haber marcado alguno más.
En el banco Leo Menjívar, Ezequiel Rivas, Óscar Rodríguez, Juan Carlos Portillo, Fito Zelaya por mencionar algunos, ejemplo de la abrumadora superioridad de plantel sobre cualquier equipo nacional. El arquitecto, el Gran Zarco. Ganador nato, el título tiene su firma.
El objetivo ahora será dar ese salto de calidad que tanto le ha costado al Alianza y a los equipos salvadoreños en los últimos años: los torneos internacionales. Su presidente Gonzalo Sibrián prometió refuerzos para competir en ese frente. Sería la mejor noticia, no solo para el Alianza sino para todo el fútbol salvadoreño que necesita imperiosamente hacerse fuerte en la región.