Como si fuera un fantasma que está al acecho en cada torneo, el presente Clausura 2022 está lejos de ser la excepción. Todo lo contrario. A la LMF le sentaría bien el cambio de siglas por LMD, Liga Mayor de las Deudas. Algo que es histórico en el fútbol salvadoreño hoy se transforma en una triste realidad que recubre a muchos de los equipos nacionales.
Primero fue Bryan Landaverde quien hizo público un secreto a voces en Santa Ana y luego las denuncias vinieron en cascada. A la deuda en FASque ya va para los dos meces, luego se conocieron los impagos a jugadores y cuerpo técnico de Luis Ángel Firpo y el fin de semana nos desayunamos con la noticia del déficit en Chalatenango, donde hay protagonistas con dos meses de deuda. Para los observadores externos, que se animan a pronosticar malos resultados si los jugadores no están al día, este caso de un Chalate líder (antes del sábado) pesar de las deudas, los desmiente rotundamente.
Las deudas no son exclusivas de la Primera, lamentablemente. En la Segunda, los jugadores de Topiltzín denunciaron dos meses de impago.Otro despropósito.
Mientras, los dirigentes ‘están en otra’ y hasta miran para otro costado. Para el costado de la Fesfut:allí sacan a relucir todos sus artilugios para buscar elecciones, reelecciones y re-reelecciones sin ruborizarse. Justamente en la semana posterior en la que FIFAanunció incrementos importantes a sus Federaciones miembro (cerca de $2 millones por año). Mientras tanto, ellos, los verdaderos protagonistas del juego, siguen sin cobrar sus sueldos.