Hablar de Zulia Menjívar es para muchos, referirnos a la mejor futbolista salvadoreña de la historia. Un título honorífico que se lo ganó en base a calidad y sacrificio.
Pero Zulia siempre fue mucho más que alguien con gran técnica en el engramillado. Es importante subrayar que tuviese o no la banda de capitana, siempre ejerció su natural liderazgo en donde jugó.
Uno auténtico, ejemplar. Zulia siempre estuvo lejísimos de ser sólo una lideresa mandona, quien sólo diera órdenes como pura capataz.
Por el contrario, primero hablaba desde la cancha con la pelota en sus pies.
También cuando era necesario, hablaba frente al juez principal o con los de línea, abogar por acompañar suyas y buscar así que el escudo se respetara. En el vestuario ni se diga.
Aceleraba cuando lo consideraba necesario, nunca hacía una demás; filtraba balones, disparaba, defendía con alma, vida y corazón. Completísima.
Su hábitat natural siempre fue el bravísimo medio campo, ahí en donde históricamente siempre volaron patadas y la grama siempre pareció más alta.
De área a área Zulia se jugaba la piel con la misma intensidad tanto para la zaga como para el ataque.
Tenía una gran lectura de juego, algo que muchos consideran un don para ponerlo en favor del resto. El saber estar y no estar.
Con balón, sin balón, con el pensamiento siempre yendo un paso adelante, y quizás a tres o cuatro del rival.
Luchó también en cuanto pudo por mejorar las condiciones del equipo donde jugaba y hasta de la liga misma, aunque otras más acomodadas hicieran la vista a un lado o extendieran la mano sin buena onda.
Supo comerse también años muy amargos en Selección Nacional, ahí en donde hasta hace un tiempo un tan sólo fogueo era mucho pedir, ni se diga exigir rodearse de personas capacitadas.
En lo último aquí luchó porque la liga fuese profesional.
Pocas veces las canchas le hicieron justicia para su repertorio de habilidades, esos "engramillados" le vinieron casi siempre en contra; descuidados a su suerte.
Sin embargo, el trabajo de Zulia, lejos de verse mermado en canchas pésimas, se veía duplicado en esfuerzo para cumplir con sus estándares altos de juego.
En el fútbol de barrio se dice "son de esos que te hacen jugar siempre". No importa si llueve o es la hora del "zope", Zulia brillaba como sea dado a su gran compromiso.
Esa misma responsabilidad que la llevó a levantar varios títulos en El Salvador, a ser titular indiscutible y ser alguien quien buscaba aportar porque estaba en su ADN.
Ir, venir, andar, jugar lesionada, lo que hiciera falta. Entendía muy bien lo que significa el honor. Algo que muchos no tienen en cancha, ni afuera.
Hoy Zulia cumplió un año más de vida con la esférica a sus pies, en un 2024 donde muy poco se sabe de ella.
Sin embargo, hay algo que sí sabemos quienes le vimos derrochar. Nuestra gran certeza es que mientras Zulia juegue, la pelota sonríe. Feliz cumple, genia.