El Salvador jugó recientemente una triangular contra Guatemala y Honduras en el fútbol de no videntes. Una experiencia completamente aparte de lo que estamos acostumbrados a apoyar. Desde las sombras, varios jugadores emergen con su talento y valentía para jugar y representar con todo el corazón al país.
CANCHA acompañó a los futbolistas no videntes para el juego correspondiente contra Guatemala. Un duelo amistoso muy parejo y que se disputó sin ninguna consideración al rival. La pelota o la pierna, el corazón como estandarte y principal motor de estos héroes cuscatlecos.
Entre el público no se distingue apoyo de futbolistas o exjugadores con visión, tampoco de otros atletas. Ese aliento llega hasta el campo de juego con la fuerza de muchas gargantas pertenecientes a familiares u otros viejos jugadores sin visión o con un porcentaje muy reducido de esta.
En la cancha se libra una batalla muy particular, hay un portero, dos defensas y dos atacantes por equipo. En ambos lados del campo de juego el balón circula a veces lento, a veces más rápido. Abundan los gritos justo en la periferia y dentro de la misma. Se percibe una gran tensión y adrenalina en las áreas.
Hay un sol abrasador que broncea en demasía. Los futbolistas hacen presión según la información que reciben sus oídos, un tema clave para que puedan jugar al deporte rey. Alguien quien carezca del sentido de la audición, aparte del de la visión, lamentablemente no podría divertirse haciendo este deporte.
El oído está al máximo de "tensión" y atención, la pelota suena y suena para indicar hacia a dónde va. Los guías y los entrenadores mantienen la voz arriba para dar indicaciones de principio a fin. Ningún "coach" puede hacer las de Vicente Del Bosque, quien rara vez se paraba en el área técnica para brindar instrucciones a sus dirigidos mientras se jugaba el partido.
En el fútbol para invidentes no es negociable guiar a los pupilos, eso es de total rigor. Los entrenadores deben dosificarse, eso sí, para no perder la voz durante el cotejo. No abundan los insultos sino solo el buen trato y las llamadas de atención. Algo impensado en el fútbol once común.
Es duro cuando hay que presenciar las faltas y a cual más dura, generalmente sin la sospecha de malas intenciones. Aunque algunas son increíblemente flagrantes, como empujones hacia la valla. Eso es peligrosísimo, ya que aunque no lo parezca, el fairplay puede estar ausente en alguna acción concreta. Menos mal, se tratan de situaciones aisladas.
Los futbolistas no videntes reclaman con la misma energía que los atletas a quienes acostumbramos a ver todo el tiempo, pero sin palabras soeces. Un esfuerzo notable para mantener los estribos y los modales. Cosas que no podemos apreciar en el fútbol "profesional" de El Salvador tan seguido.
Los balones divididos son realmente dolorosos, pero no son frecuentes. En el partido se percibió que ese escenario catastrófico solo ocurrió cuando ambos contendientes estaban ya con la sangre muy caliente y con la intención de "medir" fuerzas, tal cual fueran carneros de montaña. Aunque acá en el país no hay.
El árbitro advierte cuantas veces puede, y hace pensar que una "charamusca", o juego informal no podría ser posible en esta modalidad dentro de un parque común o la calle misma. El colegiado también se encarga de salvaguardar la integridad de los jugadores con indicaciones certeras, cortas y bien proferidas.
Los jugadores deben tener cuidado al caer, ya que deben saber ir al suelo, de lo contrario podrían fácilmente torcerse el brazo, zafarse el hombro o la muñeca. Los hay atléticos y no tanto. Increíblemente tener un cuerpo simétrico no es importante para estos titanes, a quienes un oído excelente y una gran resistencia, son más bien los correctos pilares para sostener su juego.
Es muy llamativo entender, asumir, que a todos los futbolistas les da igual su aspecto o los zapatos que lleven puestos. Su única preocupación, aparte de protegerse, es jugar bien, defender a la patria, incluso al costo que sea. No presumen de nada y están concentrados todo el tiempo en lo esencial. Disputar, rendir, brindar todo. El resto, les es irrelevante.
CANCHA platicó con Fermín Figueroa, entrenador del equipo de no videntes, para conocer más sobre esta particular manera de hacer fútbol, y de vivirlo.
"El equipo nacional de no videntes y videntes parciales juega la modalidad de fútbol sala. La cancha es más pequeña que la de fútbol once ya que así a los jugadores les es más fácil escuchar el balón que en un campo más grande. Las medidas son de 40 metros de largo por 20 de ancho".
Las categorías, más específicamente, se dividen así: los ciegos totales y los ciegos parciales. Los segundos a veces distinguen colores y a veces solo sombras o cualquier objeto pero solo de cerca. Baja visión es B2 y B3, los B1 son ciegos totales. Cada categoría juega en correspondencia entre sí. Así nadie se saca ventajas deportivamente.
"Los porteros son de visión completa, ya que tienen que saber guiar, dirigir al compañero hacia a dónde va la pelota, dar indicaciones a los defensas para que no cometan errores o se vaya a golpear. En fútbol para no videntes, el portero solo tiene para moverse de la línea de gol hacia adelante hasta un metro. También debe desplazarse siempre de costado a costado para atajar, contener o embolsar. Si el portero sale de su espacio permitido, es penal".
En el caso de los guías se ocupan para darles indicaciones a los delanteros, ángulo de tiro o qué maniobra hacer. Una diagonal corta o larga, se suenan los postes para que el atacante escuche a dónde está el arco.
El entrenador puede dirigir en el medio de la cancha, cuando se trata de un campo reglamentario y oficial.
Los ciegos totales juegan con una protección ocular, primero unos parches y luego el antifaz. También va un protector de algodón para evitar que el jugador tenga lesiones graves en la parte frontal de su cráneo. El antifaz se ocupa para evitar que alguien quien pueda ver aunque sea poco, no lo haga.
Se suele cambiar el balón cuando no se escucha bien, el mismo golpe hace que los baleros rompan una caja interna que tienen como dispositivo, así que por esa razón se reemplazan. Todo para que puedan escucharla perfectamente los jugadores.
"Pertenecemos a Indes y parte del presupuesto que nos dan es para comprar estos balones especiales. IBSA, la FIFA para nosotros, nos provee de los balones, no los regalan, los compramos, cada pelota cuesta entre 80 y 100 dólares".
La afición que se da cita para apoyar en los partidos de no videntes debe guardar silencio, por reglamento, para que los jugadores no tengan problemas en escuchar el balón y las indicaciones de los guías y entrenadores. Incluso es vital para prevenir accidentes "es difícil mantener a raya a la gente, que hasta se anima a dar indicaciones", cuenta Fermín.
Hay faltas sancionadas con tarjeta amarilla y roja. Las faltas también (al margen de si son sancionadas o no con tarjeta) se acumulan para el equipo infractor. A la quinta falta acumulada es penal en favor del rival. Las faltas graves son sancionadas con tarjetas.
El entrenador de la selección de fútbol para ciegos comparte algunos datos y necesidades que tiene el equipo salvadoreño. Vídeo: EDH/ Steven Anzora
El árbitro también puede ayudar a dar indicaciones, si hay una valla cerca o algún obstáculo que le vaya a causar algún daño o lesión.
Quien marca siempre debe decir: 'voy' para alertar a quien lleva el balón que llegará a intentar quitarle el balón o bloquearlo, puede parecer que es una ventaja en eso, sí, pero es para que no haya ningún choque brusco. Es una obligación. El no decirla es también una falta.
El calzado es ideal para fútbol sala, no se pueden ocupar tacos.
"Para nosotros es positivo, no solo por el resultado que hubo en la cancha contra Guatemala, sino por lo que se mostró jugando. Los resultados finales no nos acompañan, nos cuesta hacer goles", manifiesta Fermín.
Ángel, con 20 años, es un joven quien destaca mucho, aparte de sus goles. Él ya tiene condiciones, nunca había jugado con personas ciegas. Se crió en un orfanato y aprendió a jugar con pelotas comunes y personas comunes, desarrolló una técnica sorprendente. "Solo hemos pulido ciertas ideas de juego con él para que pudiera adaptarse", añade Figueroa.
"Carecemos de una cancha propia, nos gustaría tener una para poder entrenar de la mejor manera cuándo y cómo lo necesitamos. Tenemos ese problema, esperamos en algún futuro poder hacerlo en la 'Cuna del Mágico' cuando esté lista. Nos hace falta tener una cancha ideal para eso, afecta para hacer el buen trabajo".
"Como asociación tenemos que estar contentos por el trabajo que estamos haciendo pese a las dificultades. Aspiramos a hacerlo mejor en el futuro", cierra.