El Real Madrid regresa dos años después a la final de la Copa del Rey, tras un duelo con clásico sabor copero, instalado en la locura por su falta de autoridad, respondiendo a los golpes de la Real Sociedad hasta dejar escapar el pase en el último suspiro, en el 93' con el gol de Oyarzabal, y encontrarlo en la prórroga con un testarazo salvador de Antonio Rüdiger.
Sin necesidad de lucir un fútbol brillante, amparado en la épica tras un nuevo susto, decidiendo desde la calidad individual de sus estrellas, el Real Madrid es finalista de Copa. Incapaz de sostener un debate futbolístico al momento del Barça desde la belleza colectiva del juego, pero a la altura en eficacia. El equipo merengue llega con vida en todos los grandes torneos a la recta final de curso.
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Avisó el Madrid con una genialidad de Endrick, que peleó por un balón en largo con bote mal medido por Zubeldia, ganó el cuerpeo, mató el balón con el pecho y dibujó una chilena de zurda, ante dos rivales, que se fue desviado. Y llegó el castigo al mal posicionamiento defensivo.
Lucas Vázquez quiso tapar la mala ubicación de los centrales y quedó a medio camino. No llegó al balón peinado por Pablo Marín y dejó toda su banda libre para la carrera de Barrenetxea para el 0-1 en 16 minutos.
La Real Sociedad se sintió con confianza, fiel a la filosofía de su técnico fue arriba a la presión y esos riesgos suelen costar caros ante un equipo que explota a la perfección la velocidad de sus atacantes en transición. Y recibió un duro castigo. La imaginación de 'Vini' para diseñar, pegado a la cal, un pase perfecto al espacio a la velocidad de Endrick. Ganó la espalda a los centrales y definió con tranquilidad, suave y picado a la salida de Remiro.

En la reanudación el partido enloqueció. En ocho minutos, entre el 72' que Pablo Marín exhibía velocidad en la banda de Camavinga, apuraba línea de fondo y se aliaba con Alaba, que mandaba dentro de su portería el centro tenso, y el 80', cuando de nuevo aparecían los dos mismos protagonistas en la foto, Camavinga superado por Kubo y Alaba, que desviada un disparo de Oyarzabal y lo convertía en imposible para Lunin, la Real Sociedad remontaba la eliminatoria.
El Real Madrid entraba en el terreno del que es especialista. El de la épica. Y apareció Bellingham con un derechazo a pase, otra vez, de Vinícius.
El 2-3 se enlazaría en menos de cuatro minutos con el empate, desperdiciando entre medias 'Vini' un mano a mano con Remiro para hacer su gol, explotando el potencial aéreo de Tchouaméni en un saque de esquina al 86' que debía cerrar la semifinal. Pero no.

La voluntad de la Real de morir en área rival halló el premio en el añadido. Otra vez superado Camavinga, una falta que precedió el golpeo de Sergio Gómez, el fallo grave de Lunin al medir mal en su vuelo y el cabezazo milagroso de Oyarzabal. Minuto 93, y prórroga.
Las fuerzas flaqueaban en una nueva prórroga evitable en un calendario tan cargado. Le sirvió al Real Madrid para sacar partido de su mayor profundidad de banquillo.
Se ganó por insistencia el pase a la final el Real Madrid ante una Real Sociedad desfondada. Lo buscó hasta que lo encontró al 115'. Con el saque de esquina de Güler y el testarazo al primer palo de Rüdiger para dar el pase a una final en la que ya espera al Atlético de Madrid o el Barcelona.
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