Los dos mejores se van a enfrentar el domingo por la gloria deportiva. Además del juego que coronará al campeón del mundo, hay otro trono por dilucidar: el del rey de los jugadores. ¿Se lo llevará finalmente un Messi en los últimos años de su estratosférica carrera o será para un Mbappé que es el jugador determinante del presente y el futuro?
Ambos con cinco goles, el aura de Messi encandiló más en los últimos y decisivos partidos, ante un Mbappé menos participativo pero que transmite electricidad en cada pelota que toca.
A medida de que fue avanzando Argentina en Qatar, se fue tejiendo una teoría desde distintos medios partidarios del Real Madrid -y con gran alcance internacional- a la que se sumaron cierta prensa y periodistas mexicanos: que a Messi -y por ende a Argentina- le iban a regalar el Mundial. Se sumaron algunos protagonistas portugueses como Pepe (el mismo que tanto sufrió a Messi en Real Madrid) y algunos aficionados radicalizados. La viralización y las redes hicieron el resto para que cobre fuerza este disparate.
A esta teoría, tan surrealista como absurda desde su nacimiento, se le acabaron de terminar los argumentos con el lamentable y tendencioso arbitraje del español Mateu Lahoz en el Argentina vs Países Bajos, que estuvo a punto de dejar sin final -y sin semi- a la albiceleste.
Más allá del resultado final, este Mundial ya fue de Messi, el argentino terminó de cerrar el idilio con su afición y ponerse a la par de Diego. Se lo ha demostrado al mundo, pero sobre todo a si mismo. Mientras Mbappé espera, agazapado, del otro lado.