La Selección de El Salvador, dirigida por Hugo Pérez, se va con un envión anímico rumbo a Estados Unidos, a la Copa Oro. Quizás, no como hubiese querido el DT tras el 6-0 ante Japón, pero sí con un sentimiento de que pueden hacer mejor las cosas luego del 1-1 con Corea del Sur.
Fue un partido atípico, dominado por los asiáticos (lo esperado, lo normal cuando la Selecta juega contra la gran mayoría de rivales), y en el que atrás se cometieron yerros importantes, repetitivos, en la salida, en las coberturas de las bandas, en perder marcas en balones parados (faltas o tiros de esquina).
Pese a ello, la imagen de la Selecta fue mejor: primero, por el resultado, mucho más decoroso, aunque algo mentiroso. Corea pudo haber ganado fácil 3 o 4-1. Pudo tener liquidado el partido antes del tramo final, a donde se cayó tras el gol encajado y ESA hasta pudo haber dado una sorpresa mayor.
Segundo, porque se vieron cosas diferentes: Leo Menjívar sin duda aporta a la Selecta, es un jugador diferente, un 10 que parece 5, porque es el que propone al frente, se atreve, desequilibra, pero nunca deja de marcar, mete pierna como ninguno en la cancha, da salida, no para de correr. De hecho, por la amarilla que se ganó en el cierre del primero tiempo fue que seguramente se marchó rápido en el segundo, para evitar una expulsión. Ganas no le faltan a este chico.
Tercero, porque fue corrigiendo sobre la marcha el equipo y Hugo Pérez. Claro, se lo permitió el marcador a la Selecta y a los jugadores ir ajustando marcas, irse volviendo más solventes en los cierres y a la hora de hacer relevos.
Cuarto porque, si bien fue dominado ampliamente (16 remates para Corea por 8 de ESA, 4 al arco por 2), y 74% de posesión para los asiáticos, aguantó hasta donde pudo, evitó que le cayera un gol en el primer tiempo y cada minuto que pasaba llenaba más de confianza. Ayudaba que encontraban un descanso ya no solo en un solitario Brayan Gil arriba, que hacía lo que podía muy bien pero terminaba siendo absorbido, sino porque también descansó el equipo en Menjívar. Hasta Cristian Martínez, que al inicio se vio muy nervioso, se animó con los minutos a ir al frente,a presionar arriba, y hasta a probar al arco rival.
El meta Tomás Romero (cinco) fue clave en algunos momentos también, al tapar remates importantes. Eso sí, por arriba en una a balón parado se regaló, era un balón para él y se quedó dormido. Le cabecearon en el área chica, una jugada para gol, pero eso fue también factor, las más claras no las tiró dentro del arco Corea, salvo la del gol y dos que sacó con lo último el meta nacional.
La puntería les falló a los coreanos (sexto), pero eso es parte del juego. Presionados tras el 0-1 ante Perú en su reciente amistoso, y por el 6-0 que metió Japón a ESA, los 38 mil aficionados esperaban más de su Selección, que se terminó cayendo emocionalmente, pero nunca tácticamente.
Pero así como se pueden enumerar cosas qué rescatar de este encuentro, también las hay en contra. A la Selecta le sigue pesando demasiado la mentalidad. Cuando se ve superada en lo físico,e nl a velocidad, cae en un bache mental, y a muchos jugadores les pesa tener la pelota en ese momento, les quema. A otros no, y lo demostraron, y en ellos está apostar por el liderato del futuro de la Selecta.
Las coberturas por bandas deben repetirse y repetirse. De manera reiterada siguen ganando las espaldas a la Selecta, y no es un tema únicamente de velocidad física, sino de velocidad mental, de anticiparse a la jugada del rival para cerrar espacios o dejar fuera de lugar al delantero.
Otro factor clave, la pérdida de las marcas en balones parados y en los arranques del primer y segundo tiempo. Esto es algo que se viene señalando constantemente, y que sigue ocurriendo. Esta vez, simplemente, Core ano lo parovechó, y en parte también la defensa se vio más sólida con Cabalceta y Zavaleta entendiéndose bien, y con Tamacas y Roldán como laterales.
La salida, pese a todo sigue siendo un problema ante potencias. La Selecta toca bien y sale jugando contra rivales de menor peso, pero les cuesta mucho por diversos factores contra los grandes. A Narciso le cuesta darse la vuelta, no es tan rápido. Harold, más adelantado, se vio un poco mejor a ratos, y hasta se animó a ir arriba. Pero el problema pasa también porque los compañeros no se les muestran para que tengan dónde desahogar de primera, sin tener que andar inventando.
La pobreza arriba pasa por la falta de salida. De nuevo una golondrina no hace verano, y eso que Brayan Gil jugó bastante bien. Hizo lo que pudo, incomodó, aguantó, generó, pero muy solo para hacer diferencia. Hay que buscarle otras alternativas. La idea de que Kevin Reyes aportara y se sumara por el costado no es nueva, y funcionó un par de veces, pero contadas con las manos como para que sea algo relevante en partidos de peso. Se necesita una transición más rápida, más pensada, más automatizada, más ordenada, en bloque, para que Gil tenga con quien apoyarse.
Por último, la Selecta sigue careciendo de toque preciso y de primera en momentos clave. Hubo una jugada en la que, ya con el 1-1, Jairo tuvo para hacer un centro de primera y agarrar mal parada a la defensa coreana, que pudo significar la victoria. Demoró demasiado, y eso que es de los más rápidos de la Selecta.
Al final, un buen resultado, con much por mejorar, pero al menos con un rostro diferente rumbo a Copa Oro.
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