No se pudo. Ya lo había anticipado el técnico de la Selecta, Hugo Pérez: “Nicaragua no es la misma de hace 25-30 años”. Y lo mostró. Anoche, El Salvador cayó (1-0) ante esos chochos que han crecido, pese a que por un contratiempo se unieron a su selección en últimas horas, tras perder un vuelo desde Irán, y dejaron al país con un mal sabor de boca.
Para el equipo nacional (un 4-4-1-1), este partido era una oportunidad de cerrar el año con un buen resultado que hubiese ilusionado a la afición. Además, era una oportunidad ver de nuevo a jugadores como la vuelta de Amando Moreno, quien estuvo lesionado, y el regreso del creativo Joshua Pérez.
La Selecta, no obstante, se encontró con una Nicaragua incómoda, que lo enfrentó con carácter ante su gente, un estadio completo en suelo chocho. Salió frontal, poniendo al principio en alerta a los zagueros nacionales (Rudy Clavel, Ronald Rodríguez, Erick Cabalceta, Alexis Renderos) con jugadas rápidas y peligrosas en el área.
Tuvo una Nicaragua al 8’, tras un remate largo que se fue sobre la portería de Mario González. Fue un primer cuarto en el que hubo presión local, y poco en ataque nacional. Intentaban salir algunas individualidades como las de Moreno, por carril central, y más tirado por izquierda de Cristian Gil. Tenía también hasta doble marca Jairo Henríquez, de mayor peligro en ataque. Hacía también lo propio Pérez, por carril derecho, donde tuvo un poco de mejor proyección la Selecta.
Pero al contrario que los salvadoreños fueran los que inquietaran, eran los chochos los peligrosos. Tuvieron dos más de ataque (33’ y 40’): una pasada la media hora, y la otra previo al cierre de primera mitad. Era mejor Nicaragua, más encarador, manejando la media y siendo mejor que los salvadoreños.
Explotaban la velocidad y las anticipaciones de una media nacional floja, que naufragaba sin un líder con carácter, pese a los intentos por cortar los circuitos y recuperar balones de Cristian Martínez o la labor de Marvin Ramos, quien atendió el llamado de esta convocatoria.
No solo los chochos Byron Bonilla y Jaime Moreno metían en aprietos a los salvadoreños, también lo que hacían como enganche Matías Belli. Con esa dinámica, el partido se fue al complemento.
Hubo cambios para la Selecta, que generaron otro fútbol para la Azul. Metieron dinámica y ritmo, más posesión de balón, en comparación de lo que se hizo al principio. Se mostró un grupo más encarador, y tuvo más llegadas y posibilidades de acercarse al área defendida por Denvorn Fox. El equipo de Pérez adelantó así filas y mostró otra actitud para volcarse al ataque.
Ahí, surgió una opción peligrosa, pero que pescó en posición adelantada a Gil (47’). Una clara que quizás, con menos ansiedad, pudo haber terminado a la red.
Pero nunca se dejó inquietar Nicaragua, porque pasados los 55’ regresó a ganar algunos balones y a ser peligroso. Se encimó y mostró vulnerable la parte de atrás salvadoreña, que no pudo contener la rapidez y los remates que, para suerte nacional, terminaron abiertos y elevados hacia los graderíos.
Esto no hizo retroceder a la Selecta. Al contrario, la media buscó mucho a los Gil, por el centro y por la izquierda. Además, tuvo el equipo salvadoreño un remate de media distancia de Martínez, que se fue abierto, muy cerca del poste izquierdo de Fox (63’).
También hubo opción para Juan Carlos Argueta, campeón goleador local, quien llegó en la recta final. La idea era salvar el juego. Pero Nicaragua se volcó a buscarlo, con mucha fluidez y sin dejar respiro a los nacionales, excepto Jairo, quien lució mejor y tuvo una sobre portería.
Pero una falta sobre Bonilla en el área terminó en tiro de penalti (81’), quien cobró el disparo que no pudo parar González, para el triunfo de Nicaragua. En el añadido, se fue expulsado Cabalceta. Una historia de alegría rival y el duro golpe de realidad salvadoreña.