El fichaje de Cristiano Ronaldo por el club saudita Al-Nassr solo es el último episodio de un movimiento iniciado en 1978 por el brasileño Rivelino, primera estrella que envejecía y era seducida por los petrodólares del Golfo para terminar su carrera.
El fichaje de CR7, presentado este martes a bombo y platillo, por dos años y medio, mediante un cheque de 200 millones de euros (214 millones de dólares), es el mayor fichaje realizado por un club de la región.
A sus 37 años y tras cinco Balones de Oro, Cristiano Ronaldo viene a añadir su nombre a una rica lista de pesos pesados que llegaron para lograr un fuerte beneficio económico en el final de su carrera e imitar de este modo al gran centrocampista de la Seleçao que, tras su paso por el Fluminense, llegó a Arabia Saudita.
Pero en aquella época, fue Al-Hilal, el gran rival de Al-Nassr en Riad, quien había fichado al brasileño por tres temporadas, en las que anotó 39 goles y logró un título de campeón.
Ese año, en 1978, su compatriota Carlos Alberto Parreira había llegado como seleccionador a Kuwait... que se clasificó después para el Mundial de 1982.
En 1998, Al-Nassr atrajo a Hristo Stoichkov. Pero la aventura saudita del exjugador del Barcelona fue corta, aunque una Recopa de Asia figura en el palmarés del Balón de Oro de 1994.
Stoichkov inició la moda de los fichajes de corta duración, seguida pronto por Bebeto - un gol en cinco partidos hasta su retirada en 2002 - o Denilson, efímero jugador más caro del mundo, que estuvo dos meses en Arabia Saudita en 2007.
Esta tendencia no ha tardado en llegar a los otros países de la región, comenzando por Emiratos Árabes Unidos. Entre 2001 y 2003, el liberiano George Weah, único Balón de Oro africano hasta ahora, defendió los colores del Al-Jazira de Abu Dabi.
Campeón del mundo en 2006, el italiano Fabio Cannavaro se exilió en Dubái y al Al-Ahli en 2011, seguido un año más tarde por el goleador Luca Toni, que posó brevemente sus maletas en ese país un año más tarde, en Al-Nassr.
Entre 2003 y 2004, Catar fichó a una treintena de internacionales de países dominantes, entre ellos los franceses Franck Leboeuf y Marcel Desailly, los españoles Pep Guardiola y Fernando Hierro y el argentino Gabriel Batistuta. En 2002-2003, Romario se comprometió por 100 días con la formación catarí Al-Sadd por 1,5 millones de dólares. Un poco caro para tres partidos y ningún gol marcado.
Al-Sadd fue el más inspirado en 2015 al hacer venir a Xavi Hernández a Catar: el centrocampista del Barça se quedó cuatro temporadas en las que ganó otros tantos campeonatos nacionales. Por último, Juninho Pernambucano jugó de 2009 a 2011 en Catar, por Al-Gharafa. Como Xavi, el genio de los tiros libres no decepcionó.
En otras regiones
Esta práctica no solo ha sido normal en la zona del Golfo. La busqueda de lanzar y relanzar el fútbol en Estados Unidos ha permitido el arribo de múltiples estrellas en su ocaso. Nada menos que el triple campeón del mundo, Pelé, arribó al Cosmos de la liga norteamericana en 1975, mismo equipo al que dos años después llegó otra leyenda, el alemán Franz Beceknbauer.
El neerlandés Johan Cruyff, Balón de Oro y figura del Ajax, militó en Los Angeles Aztecs, en 1979. Y Lothar Matthaus, campeón del Mundo con Alemania, lo hizo en el 2000 pero con los MetroStars, ya tras años del lanzamiento de la MSL.
A esta llegaron jugadores como David Beckham (Galaxy), Romario (quien también militó en Catar), Andrea Pirlo (New York City) o Gonzalo Higuaín.
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