La noche se pintó de blanco. Fue una fiesta completa en la grada del estadio Cuscatlán, este sábado, con la final entre Alianza y Municipal Limeño. La afición puso el lujo, en su mayoría, con los colores albos, y el recinto volvió a cumplir en su capacidad de espectadores.
Y es que volver a estar en una final valió la pena para los hinchas aliancistas. Esos que, desde temprano, llegaron al Coloso para alentar con los amigos o con la familia, y quienes a lo largo del juego gritaron y cantaron a todo pulmón.
Fue un lujo ver a familias enteras con niños pequeños, tanto de los capitalinos como de los cucheros, porque las medidas de seguridad lo permitieron y dejaron la sensación de que todo iría bien. Incluso, algunos llegaron juntos para alentar a ambos equipos, demostrando que la rivalidad solo quedó dentro de la cancha.
La familia Arias Ventura fue un ejemplo de eso. Originarios de Santa Rosa de Lima, llegaron al Cusca para appyar a los dos finalistas. Sin distinción, el padre era de Alianza y la madre y la hija apoyaron a Limeño. "No importa quién gane, somos familia", declararon, dejando en claro que eso es el fútbol.
Así, la previa y el propio juego se vivieron como lo que era: una final digna de Primera, Y la afición fue la que se llevó el mejor aplauso.
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