Dos estrellas brillan en el firmamento de Qatar. Una lleva el "10" de Francia, lidera la tabla de goleadores y persigue a ritmo endiablado todos los récords. La otra no lleva dorsal, ni firma contratos millonarios, ni autógrafos, pero se ha abierto hueco entre los cuatro mejores del planeta.
Kylian Mbappé, que encarna por sí solo la dinamita ofensiva de la Francia de 2022, desafía a la defensa marroquí, una de las sensaciones de la competición, camino de convertirse en legendaria a fuerza de derribar hitos.
Ya es la mejor defensa, y va contra el ataque más reputado, la zaga que nadie ha sabido doblegar -el único gol en contra ha sido en propia puerta- frente a un dispositivo demoledor de cuatro atacantes de renombre, Mbappé, Ousmane Dembélé, Olivier Giroud bajo la batuta de Antoine Griezmann.
Con ellos busca Francia superar el fortín contra el que se estrellaron Bélgica y Croacia en la fase de grupos, España en octavos y Portugal en cuartos, todos ellos frustrados de no poder romper la línea marroquí.
La campeona llega sobre aviso. Sabe también que a la resistencia en el campo se sumará el clima hostil de la grada, porque Marruecos ha sabido capitalizar el apoyo popular del primer Mundial organizado en tierras árabes.
Pero ninguna revolución triunfa si se queda a medias. Eso pasa por lograr otra gesta. Otra más de un equipo que desprecia la posesión, se atrinchera en su campo y lanza el contragolpe, que confía en Youssef En-Nesyri, convertido en el máximo goleador marroquí en los Mundiales, punta de lanza de la ofensiva marroquí. Y en Yassin Bono, el símbolo del dique árabe.
La hazaña está lograda, pero ahora puede multiplicarse. Destronar a la campeona, en su plenitud, sería la cumbre, la gesta más improbable, la más admirada.
Francia no ha dado signos de agotamiento. Didier Deschamps ha sabido dar un brío nuevo a la generación que ganó en 2018 reforzada con aire fresco, una mezcla que funciona.No entusiasma por su juego, pero sí por su eficiencia. Ni es la más sólida, ni la más ofensiva, pero ha conseguido un equilibrio que no tiene grietas.
Con ese espíritu afronta la séptima semifinal de su historia, tres perdidas, tres ganadas, las tres últimas, en una suerte de dinámica positiva que le tiene a las puertas de optar a renovar su título y colocarse a la altura de la Italia de los 30, del Brasil de los 60, de las naciones que han entrado en la leyenda.Francia avanza a pasos firmes. Enfrente, el muro marroquí. La historia está de su lado, pero solo si saben afrontarla por el buen camino. Los “bleus” encaran un desafío. Los “leones” toda la historia. El fútbol lo saborea.
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