Tradicionalmente, las decisiones de cómo se juega un torneo pasan por los dueños de los equipos o sus representantes. Ellos deciden los tiempos de duración en base a modelos preestablecidos que son aprobados por sus ligas, validados en la FESFUT y convalidados por la CONCACAF y, por tanto, la FIFA.
Con la coyuntura actual, todo será revisado, y las ligas y sus equipos deben renegociar cómo reactivarán el fútbol, con el agravante de deudas acumuladas con sus planteles (más allá de que algunos llevan hasta un mes parados y argüllen que, por tanto, no deben pagarles a sus empleados).
Así las cosas, se prevé un escenario, al menos, en el que hay que sentarse a negociar y pensar en el bien común: los dueños de los equipos y sus administraciones quieren torneos exprés, cortos, para pagar lo menos posible o, en su defecto, recibir ayuda económica del estado vía INDES (es decir del dinero de todos los salvadoreños que pagan impuestos, no sale de la bolsa de Yamil Bukele) o vía FIFA para alargar lo que sea necesario y poder saldar sus compromisos.
Los jugadores, por otra parte, quieren que se les pague lo que corresponde, no exigen más que lo trabajado, y lo que se va a trabajar, pero con el agravante que, en pos de aceptar un torneo exprés, se exponen a más lesiones por jugar demasiado seguido.
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Además, esto supone un problema técnico si Alianza, el único representante nacional en Liga CONCACAF, sigue avanzando, puesto que está jugando entre semana. Si el torneo que avale Primera División es exprés y se pretende sacar este torneo, y si Alianza sigue avanzando en el evento regional, se topará con el inconveniente que no podría sacar sus partidos de entre semana.
La otra opción sería crear un nuevo formato, en el que se juege menos, quizás una vuelta, quizás grupos como en la pandemia, ha dicho Pedro Hernández, presidente de Primera, a Cancha y también en Fanáticos de canal 21. En Segunda División, algunos equipos incluso quieren que se les permita no jugar, y no perder la categoría.
Así pues, las voces que se escuchan son las de los que tradicionalmente han tomado las decisiones, y no las de los principales protagonistas. Pero estos lo que queiren es jugar, no contemplan la posibilidad de no hacerlo, según explicó a Cancha Joel Almeida, portero de Santa Tecla, pues si bien algunos tienen trabajos o emprendimientos paralelos, la gran mayoría de los futbolistas en el país viven solo del fútbol, y montarse en un proyecto nuevo no es cosa que se arregle de la noche a la mañana, mucho menos conseguir trabajo de futbolista fuera del país.
Aparte que emprender un proyecto paralelo a su principal trabajo les genera otro problema, menos tiempo para mantenerse en forma y para volver, algún día, a su estado natural, o a su trabajo formal.
Se está ante una situación en la que todas las partes, de alguna u otra forma, se han visto afectados, pero más aún los protagonistas, pues no pueden darse el lujo de decir, saben qué, no juguemos pues y comencemos el otro torneo Clausura 2023.
Además, hay que contemplar otro factor, que las reglas que establezcan para este torneo Apertura son las que se mantienen para el Clausura 2023. El tiempo sigue corriendo, y hay algo claro en todo esto: las partes tendrán que sentarse a negociar entre sus miembros, y, además, entre los de las otras ligas, así como con el Comité de Normalización. En princio, la negociación no es problema, pero ambas partes necesitarán de gente de altura para sentar posturas y acercarlas a un bien común que dañe lo menos posible a todos. Y este ambas partes incluye cuerpos técnicos, tantas veces olvidados en las negociaciones, y que simplemente son despedidos e irrespetados sus contratos que, por cierto, siguen viciados, depositados de manera diferente en la FESFUT a como los firmaron originalmente con sus directivas.