En mis dos recientes visitas a Los Ángeles me gustó ver en los vuelos de ida y regreso a los muchos señoras y señores que, por su edad o enfermedad, los llevan desde la llegada al aeropuerto a lo largo del check in para recibir su pase de abordar, el control de emigración, el equipaje de mano y rayos X, los pasillos del aeropuerto hasta la sala de espera, pasar por el último control del equipaje de mano y ya para abordar el avión el último del pasaporte y tarjeta de embarque a través del túnel que une el aeropuerto hasta la puerta del avión y algunos hasta su asiento. Y al llegar a Los Ángeles desde el túnel de conexión del aeropuerto del avión a través de los largos pasillos, el control de migración y la aduana hasta la sala de llegadas donde los esperan alegres sus parientes…
Pensando a lo largo del vuelo de cinco horas en los tres millones de historias, la mitad de la población salvadoreña que vive en EE.UU., al observar la alegría en sus caras cuando anuncian la salida del vuelo de Los Ángeles para El Salvador, imagino que pasa por sus mentes la sensación de una vez más poder volver a su país, a sus pueblos, su calle, su lugar de nacimiento y la alegría de reencontrarse con sus hijos, nietos y, por la edad de algunos, seguro que también bisnietos de aquí.
En algunas sillas de ruedas traen una maleta de mano, y ya en la cinta de retiro del equipaje, algunos recogen dos y tres valijas llenas de regalos para sus familiares y seres queridos.
Es maravilloso ver los ojos brillantes de alegría al llegar, pues aunque entre tanto sean ciudadanos estadounidenses y viajan con pasaporte de EE.UU., por su aspecto y principalmente la expresión de regocijo cuando llegan, se nota que su corazón después de tantos años sigue en su pueblo y con su gente.
Los miembros de mi familia y amigos que emigraron hace cuarenta años, que ya tienen una segunda y tercera generación, saben que sus hijos, nietos y bisnietos ya no tienen ni sienten el arraigo con El Salvador y que poco a poco las nuevas familias, ya son más de allá que de aquí. Esto viene sucediendo desde hace un siglo en todos los países, empezando por EE.UU., el país más multiétnico y multicultural, que una buena parte de su progreso se debe a la emigración de gente prodigiosa de todo el mundo.
Lo de “Héroes y Heroínas” lo escribo de corazón, pensando en las dificultades que pasó y sobrevivió esa primera generación de salvadoreños en un país extraño para ofrecer un mejor futuro a sus hijos y lo han conseguido, pues sus siguientes generaciones son estadounidenses, con todos los derechos y deberes y han podido estudiar y graduarse.
En los descendientes de mis hermanos y amigos, hay ingenieros, científicos, publicistas, maestros, financieros, psicólogos, asistentes médicos, abogados y de otras profesiones con futuros prometedores para sus nuevas familias con cónyuges procedentes de otros países.
Cada uno de estos queridos y respetables héroes y heroínas se alegran inmensamente cuando vienen por su gente querida de aquí y cuando vuelven por su gente querida de allá y pienso que respirar el aire de aquí cuando vienen y el de allá cuando vuelven, les da esperanzas para pronto volver una vez más…
Pues sí, estimados amigos, si tiene parientes mayores en EEUU y otros países, admírelos, respételos y quiéralos como los héroes y heroínas de su familia, pues con su trabajo honrado y su dedicación, ofrecieron un nuevo futuro para sus descendientes. ¡Que Dios los bendiga, les dé vida y vuelvan a sus pueblos y sus casas muchas veces más!
Ingeniero/Pedroroque.net