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Familia extorsionada por las pandillas y castigada por el Gobierno

Hace varios años, la familia Zavala abandonó su casa construida en Ilopango, porque las pandillas los amenazaron con secuestrarles un niño si no entregaban 10 mil dólares. Se fueron a vivir a Suchitoto, donde desde hace cinco meses sufren por la captura de uno de los suyos bajo el régimen de excepción. Fue capturado con engaños, aseguran familiares.

Por Jorge Beltrán Luna | Sep 17, 2022- 21:13

La esposa de José Dolores Zavala muestra la imagen de él, quien el pasado 15 de septiembre cumplió cinco meses de estar preso bajo el régimen de excepción. Foto EDH / Menly Cortez

El pasado 15 de abril, un grupo de policías sacó de su vivienda a José Dolores Zavala Martínez, un campesino de 36 años, residente en la comunidad Marianella García Villas, del cantón La Bermuda, de Suchitoto. Era casi mediodía. El hombre recién había llegado a almorzar luego de preparar la tierra para cultivar maíz.

Los policías lo sacaron con engaño. Primero se metieron de golpe a su casa y le pidieron el DUI. Luego mintieron: le dijeron que saliera a la calle porque donde estaban no tenían señal para corroborar en el sistema de información si no tenía cuentas pendientes con la justicia o si era marero, según afirman familiares.

Lolo, como lo conocen en la comunidad, salió confiado en la palabra de quienes están para servir y proteger. Estando en la calle, le pusieron las esposas. Quedaba detenido por agrupaciones ilícitas; es decir, por pertenecer a grupos de pandillas, argumento bajo el cual el gobierno ha detenido a más de 52 mil personas, muchas de las cuales no tienen relación con esos grupos, según sus familiares.

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El caso de Lolo es uno de esos, refieren susfamiliares y vecinos, quienes aseguran que es una persona trabajadora; buen vecino.

Lolo y sus dos padres viven en una misma casa. En el mismo inmueble él había montado una granja de gallinas ponedoras, un espacio para la cría de cerdos, un pequeño establo para mantener varias vacas, además de un camión con el que hacía viajes, incluyendo el que le hacía al equipo de fútbol de la comunidad cuando salían a jugar. Zavala era el capitán de ese equipo.

Dolores Zavala estaba construyendo su propia casa, la cual actualmente luce abandonada. Foto EDH / Menly Cortez

“Nosotros no somos millonarios pero gracias a Dios la comida no nos falta porque somos gente trabajadora. Hoy a nosotras nos está tocando trabajar en la agricultura”, refiere una hermana de Lolo, quien asegura que a ella le ha tocado cultivar la milpa que Zavala dejó recién sembrada.

Familia golpeada por las pandillas

William Zavala, quien reside en Estados Unidos, aseguró que si él supiera que su hermano es pandillero, aunque le doliera, no movería un dedo para sacarlo de la cárcel. Pero afirma que no es un criminal.

William considera absurdo que la policía acuse a su hermano de pertenecer a pandillas cuando su familia ha sido víctima de esos grupos criminales, al punto de tener que abandonar la casa en que vivían en una colonia de Ilopango, y salir solo con lo que andaban puesto.

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Eso sucedió a mediados del 2009, cuando miembros de pandillas exigieron a Isaías Zavala, el padre de William y Lolo, que entregaran 10,000 dólares. “Te los estamos pidiendo de buena forma, pero si no querés entregarlos, más vas a pagar porque te vamos a secuestrar a…”, y le mencionaron a Isaías, el nombre de un niño de la familia Zavala.

Los Zavala decidieron no pagar, pero tuvieron que abandonar su casa grande de dos niveles, la que recién habían construido con la colaboración de los miembros de la familia que estaban trabajando en Estados Unidos. No lograron sacar ni un mueble.

Durante casi un año, vivieron en un lugar fronterizo con Honduras, apoyados por unos amigos de la familia, hasta que decidieron radicarse en la comunidad Marianella García Villas, donde tenían otros familiares que repoblaron ese lugar luego de firmados los Acuerdos de Paz.

“Por un lado, le aplaudo al gobierno (que encarcele a pandilleros), pero por otro lado me está chingando bien feo, pero todo tiene su castigo y Dios los va a castigar por las injusticias que nos están haciendo sufrir. A mí me han chingado los mareros y me chinga el gobierno, no tienen perdón, la verdad”, afirmó William.

“Yo tengo unos terrenos allí en Suchitoto. Es lo que quería yo, invertir en mi país para tener algo cuando llegue yo a pasear, pero mire las cosas que nos están haciendo”, se lamentó William, quien aseguró que tiene intenciones de que toda su familia emigre hacia Estados Unidos para no pasar las angustias que están viviendo desde el pasado 15 de abril.

Migración irregular de jóvenes

Lolo no fue el primero que la policía capturó en la comunidad Marianella García Villas. Pero su captura y la de cinco personas más ha hecho que al menos una decena de jóvenes cuyas familias han podido costear el viaje, se hayan ido a Estados Unidos, de manera irregular.

Solo de los Zavala se han marchado tres, ante el temor de correr la misma suerte que Lolo, quien se encuentra detenido en el centro penal de Izalco y a quien desde hace cinco meses no ven ni saben nada de él.

De acuerdo con vecinos de la mencionada comunidad, ese lugar era sano, no había accionar de pandillas. “Aquí antes (del régimen de excepción) uno podía andar a medianoche y no pasaba nada. Hoy, aunque sea de día, la gente sale por pura necesidad”, comentó otra mujer cuyo familiar también está en prisión, según ella, injustamente, pues no tiene vínculos con maras.

En la comunidad Marianella García Villa viven unas 70 familias o unas 350 personas en total, a seis de esas familias la tranquilidad se les ha esfumado desde que capturaron a uno de los suyos bajo el régimen de excepción por agrupaciones ilícitas.

Vecinos y parientes de los capturados aseguran que, aparentemente, ninguno de los seis capturados es pandillero; por eso creen que han sido detenidos porque alguien los ha calumniado.

Algunos lugareños aseguran que tienen sospechas de quién puede ser, pero no se atreven a señalarlo.

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