PUESIESQUE…como parte del proyecto fascista de la actual administración presidencial, han encargado al vicepresidente y a un grupo de licenciados en ciencias jurídicas promover un indefendible proyecto de nueva Constitución: un documento que, en esencia, solo demuestra la ausencia de capacidad técnica y desconocimiento jurídico de sus autores y defensores: esas son las consecuencias, para decirlo gráficamente, de poner a podólogos a efectuar una cirugía a corazón abierto.
Hay que tener claro que un sistema constitucional está determinado, en esencia, por la vigencia de derechos fundamentales y el funcionamiento efectivo de la separación de poderes, así que indefectiblemente implica un acuerdo social y político; y, siendo así, la decisión sobre un proyecto constitucional no puede reducirse a la voluntad de una única persona, pues ello sería un contrasentido.
Por ello, en principio y salvo excepcionalidades históricas, no es conveniente la formulación de un nuevo proyecto constitucional en un contexto de violación masiva de derechos humanos, transgresión de las reglas elementales de la distribución del poder e idolatría a un líder mesiánico que se comporta como un sátrapa: formular una nueva Constitución en esas condiciones equivaldría, para decirlo metafóricamente, a encargar el cuidado del banco de sangre a un Drácula con síndrome de abstinencia.
Desde esa perspectiva, es evidente que el proyecto de “constitución” que promueve el señor Félix Ulloa no tiene nada de democrático ni de participativo, simple y sencillamente porque -como el propio señor Ulloa lo ha declarado- la única persona que tomará la última decisión sobre tal proyecto ¡es el presidente de la República!, una persona reconocida como líder de un gobierno que, por una parte, ignora y desconoce las reglas elementales de un sistema democrático y, por otra parte, que vulnera en forma masiva los derechos humanos.
Así, la decisión sobre el eventual contenido y oportunidad de una nueva “constitución” quedaría sometida a la voluntad, capricho y antojo del presidente, quien dispondrá sobre ello según el ánimo que tenga cuando lo despierten, ya que, de todos modos, el presidente ni sabe, ni entiende, ni quiere conocer sobre temas propios del constitucionalismo y de la técnica constitucional: al presidente, lo único que le interesa es cómo formalizar y dar la apariencia de legalidad a los desmanes, abusos y despropósitos de su gobierno.
La realidad demuestra, hasta la saciedad, el perfil personalista -que es, en puridad, expresión de la idolatría o culto a la personalidad que caracteriza a los acólitos y seguidores del presidente- del proyecto de nueva Constitución, ya que:
- El propio vicepresidente ha declarado y admitido que única y exclusivamente es el presidente quien decidirá -si así le da la gana- qué y cuándo enviar a la Asamblea Legislativa (AL) el proyecto constitucional: no se trata, entonces, en ninguna forma, de un proceso que involucre la participación de ciudadanos y sectores, con activa intervención de líderes sociales, ciudadanos y de la academia, con amplia discusión. Nada de eso hay en la labor del vicepresidente, al contrario, llegó al extremo que en sus pretendidos equipos de trabajo no hay abogados constitucionalistas.
- La presentación “oficial” del proyecto de nueva Constitución se hizo entregando el documento al presidente el 15 de septiembre de 2021, porque inicialmente pretendían decir a que doscientos años de independencia nacía una “nueva República”, pero todo resultó en un fiasco: es que en esa fecha el presidente estaba descompuesto de cólera por la multitudinaria marcha contra el bitcoin y contra sus políticas, por lo que la ceremonia de entrega del proyecto se redujo a una reunión nocturna, a puertas cerradas.
- El impresentable y vulgar diputado que ocupa la presidencia de la AL declaró que esta no tenía, entre sus labores pendientes, analizar un proyecto de reforma constitucional: eso comprueba, por una parte, una vez más, que la AL no tiene ningún plan de trabajo, sino que se limita a aprobar lo que les manden de Casa Presidencial (CAPRES), así se trate de mamarrachos llenos de “arguetazos”, como la infumable ley bitcoin; y, por otra parte, que al oficialismo no le interesa una nueva Constitución, al menos por ahora, pues lo único que buscan es cómo dar apariencia de legalidad a la elección presidencial inmediata (así sea a través de más “arguetazos”).
- La evidencia fáctica del carácter personalista del proyecto de nueva “constitución” quedó demostrada cuando el presidente declaró que nada cambiará respecto de la regulación constitucional de la familia y normas relacionadas, luego que el vicepresidente engañó a personas y a organizaciones, nacionales e internacionales, asegurando que su proyecto constitucional contenía, al respecto, disposiciones “progresistas” (por supuesto, era una pantomima para engatusar, sobre todo, a observadores y diplomáticos europeos, así como organizaciones protectoras de poblaciones vulnerables).
En conclusión, el contexto nacional no está para una nueva Constitución, pero amén de que no es necesaria ni existe clamor popular para ello, en las condiciones actuales, en la realidad, una nueva Constitución sería únicamente un instrumento más para intentar consolidar los perfiles autocráticos y fascistas del actual régimen.
Abogado constitucionalista.