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Anthony Fauci, el honor de toda una vida

Fauci, que a los 81 años se mantiene en plena forma con ejercicio diario, ha dicho que está listo para llevar una vida más sosegada, aunque su pasión por la sanidad pública sigue intacta. Un compromiso que pervive a pesar de las campañas de desprestigio que contra él han lanzado diversas figuras del partido republicano y que le han granjeado hasta amenazas de muerte.

Por Gina Montaner
Periodista

Falta poco para que Anthony Fauci se jubile, pero los ataques contra el eminente médico infectólogo son tan o más virulentos que los que sobrellevó bajo la administración de Donald Trump.


El actual director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) ha servido bajo siete mandatos presidenciales y antes de que estallara la pandemia del covid-19 estuvo al frente de gestiones contra la epidemia del sida y los brotes de Ébola y zika, entre otras enfermedades infecciosas.


Fauci, que a los 81 años se mantiene en plena forma con ejercicio diario, ha dicho que está listo para llevar una vida más sosegada, aunque su pasión por la sanidad pública sigue intacta. Un compromiso que pervive a pesar de las campañas de desprestigio que contra él han lanzado diversas figuras del partido republicano y que le han granjeado hasta amenazas de muerte.


En un mitin reciente el gobernador de la Florida, Ron DeSantis, dijo estar “harto” de él y, con sorna, lo calificó de “pequeño duende que debería ser arrojado al otro lado del Potomac”, asegurando que ha hecho más daño que bien en lo que concierne al manejo de la grave crisis sanitaria que afectó al país a principios de 2021, con un saldo hasta ahora de más un millón de muertes.

Recuerdo que en aquellos primeros meses de aislamiento y con las unidades de cuidados intensivos llenas, las palabras de Fauci eran un bálsamo en ruedas de prensa en las que el ex presidente Trump solía manifestar desdén por los hechos científicos, siempre proclive a creencias más propias de curanderos. Mientras el entonces mandatario sugería inyectarse desinfectantes o usar una medicina contra la malaria sin evidencias de que fuera efectiva, su asesor principal en materia de epidemias se atrevía a disentir, poniendo énfasis en la importancia de las medidas de contención que incluían el uso de mascarillas y distanciamiento social mientras no hubiera inmunización.


Con la feliz llegada de las vacunas contra el covid-19, Fauci y las autoridades del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) insistieron en sacar adelante campañas de vacunación masiva. Para ese entonces Joe Biden ocupaba la Casa Blanca y se sumó al esfuerzo por inmunizar cuanto antes a la población. Una vez más, hubo estados gobernados por republicanos en los que la proclama de mantenerse libres de la supuesta injerencia de Washington se confundía con la necesidad de poner freno a la propagación del virus y las hospitalizaciones por síntomas severos.
Desafortunadamente, esta retórica que aparentemente defiende las libertades individuales en detrimento del bien colectivo ha contribuido al impulso del movimiento anti vacunas y los bulos que acompañan a las teorías de conspiración. Contrario a este mensaje envenenado que contraviene el progreso de la ciencia, las medidas de mitigación ayudaron a aliviar un problema global. Hoy en día el virus ha pasado de la fase de pandemia a ser endémico: convive con nosotros pero su mortandad ha disminuido dramáticamente.


Sin duda, a lo largo de este tiempo la comunidad científica ha incurrido en errores de cálculo porque el manejo de las pandemias es muy complejo y en general la burocracia de los gobiernos suele ser lenta. Cuando rememora su larga trayectoria, el propio Fauci lamenta lo que tardó el gobierno de Ronald Reagan (fue el primer presidente al que sirvió como asesor) en combatir la epidemia del sida. En esa época tuvo que lidiar con la reticencia de una administración que pretendía ignorar la crisis que atravesaba la comunidad gay y con la indignación de los activistas LGTB por la inacción ante las muertes y la discriminación que estaban sufriendo.

Fue precisamente ese sentimiento de frustración que lo persiguió durante la década de los Ochenta, lo que le sirvió de acicate para consagrarse a sus funciones, que para él han sido “el honor de toda una vida”. Tras más de cinco décadas de trabajo y al final de su desempeño profesional, le ha tocado combatir una pandemia que ha marcado a los estadounidenses y al mundo.


En la mitología nórdica y alemana los duendes son considerados criaturas con poderes mágicos y sobrenaturales. Anthony Fauci puede retirarse con el orgullo de haber servido honrosamente a su país en los momentos más difíciles y dolorosos. [©FIRMAS PRESS]


Escritora y periodista/Twitter: ginamontaner

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