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El inmenso amor de los dictadores por sus personas, su imagen…

Estamos los pipiles, nos lo asegura la incesante propaganda, en el “mejor de los mundos”, en una sublime e inefable nube que flota por los aires, siendo la envidia de tantos pueblos que no cuentan con tal dicha...

Por El Diario de Hoy |

Mao, el desquiciado que causó la muerte por hambre de más de sesenta millones de chinos, obligaba a sus súbditos a leer “el pequeño libro rojo”, una recopilación de sus “pensamientos”, como Hitler llegó a imponer a estudiantes alemanes la lectura de “Mi Lucha” (Mein Kampf) y que ahora se revive al forzar Xi Jinping a los maestros en Hong Kong a regirse siguiendo los lineamientos de su “Carta a los jóvenes”, que se nos dice inicia con una declaración de amor por ellos, en el sentido de afirmar que los jóvenes ocupan un primordial lugar en su pensamiento…


Pero…


Lo que más ama un dictador en este mundo es su propia persona, que lo consideren dios sobre la tierra como pensaron Calígula, Nerón, Domiciano…


La persona más amada por Daniel Ortega es… Daniel Ortega, como Giammattei en Guatemala y Nayib en El Salvador. Fue el caso de Chávez, de Perón, de la misma Evita, del asesino serial Fidel Castro, no digamos del enloquecido déspota de Corea del Norte, Kim Jong-un.

Así se manejó Enrique VIII de Inglaterra, el paranoico asesino cuya única hija Elizabeth I no tuvo descendientes, pero consolidó al reino como una potencia marítima.


La mitología griega narra el amor por sí mismo de Narciso, que le llevó a rechazar a la Ninfa Eco por pasar embelesado contemplando su rostro en el agua (a falta de un espejo). Narciso, en un descuido, se ahogó y se convirtió en una flor que flota en muchos estanques y corrientes de agua…

Pobre del hombre o la mujer que unen sus vidas con un narcisista patológico, pero la nación que cae en manos de uno corre un peligro extremo y va camino al caos y la ruina.

Narcisista son, por ello, los enamorados de sí mismos, los que creen estar por encima de sus semejantes y, obviamente, de sus desventurados súbditos, a los que ven como individuos que deben rendirles permanente pleitesía, celebrar sus ocurrencias y sus desmanes, desvivirse para quemar incienso frente a su altar.


Para “justificar” sus atropellos a los sacerdotes y obispos en Nicaragua, “la vicepresidenta” Rosario Murillo declaró que habían sido “muy pacientes con ellos” pero que no quisieron entender las reglas y, por lo mismo, deben pagar las consecuencias.


Una de tales consecuencias es que los fieles en Nicaragua no pueden entrar a las iglesias a oír misa, confesarse, comulgar…

Día a día se denuncian abusos a derechos humanos en este suelo


Mientras tanto, en El Salvador la bancada oficialista es criticada en cada plenaria por su sumisión al presidente Bukele y aprobar ciegamente lo que él les envía.


La embajadora de nuestro país en Washington no se queda atrás: ya dijo que el sistema de salud en El Salvador, “que antes era un desastre”, es ahora el mejor del mundo mundial (lo que ni ella misma ni de seguro el propio dictador creen), una afirmación que tanto numerosos médicos y asociaciones desmienten, la ponen de cabeza.

Estamos los pipiles, nos lo asegura la incesante propaganda, en el “mejor de los mundos”, en una sublime e inefable nube que flota por los aires, siendo la envidia de tantos pueblos que no cuentan con tal dicha… Y desde luego, en ningún otro lugar sobre el tal mundo mundial la delincuencia ha sido controlada como aquí, aun a costa de tantos inocentes capturados y pisoteados en el “régimen de excepción”, como lo denuncian casi a diario las entidades que velan por los derechos humanos y los padres, hermanos, hijos y familiares cuyos seres queridos están hacinados, ademas de los presos políticos…

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