“Estando aquí, para empezar, no se vende”, responde doña Raymunda López de Ruiz, cuando El Diario de Hoy le pregunta qué opina sobre la decisión de la comuna de cobrarles por el servicio eléctrico en los puestos temporales.
Conocida como “Doña Mundi” por las demás usuarias del mercado, la mujer de 75 años tenía 16 años de dirigir dos puestos dentro del mercado, donde vendía medicina natural y se dedicaba al oficio de costurería. Pero se cruzaron las llamas y ahora está preocupada, porque no logra suficientes ingresos.
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“La gente pasa y ni pregunta. Los que saben que soy costurera, vienen y me piden que les arregle ropa, que les haga”, explica frente a su máquina de coser y dos mesas, que cubren casi por completo el puesto de menos de 2 metros cuadrados. Es un espacio mucho más reducido al que tenía dentro del anterior mercado, por lo que ahora doña Mundi se siente “incómoda” y “amontonada” para ejercer su oficio de confeccionar o reparar pantalones, blusas, vestidos y camisas. “Aquí ni mesa de cortar tengo”, se queja.
Doña Raymunda eleva el índice y señala varios botes amontonados, uno sobre otro, en una de las paredes del puesto. Ahí hay diversas pastillas y jarabes, dentro de la medicina natural (ginseng, moringa, etc.); y lamenta que “todo ese producto no se me mueve, se ha quedado estancado. Lo poquito que he estado vendiendo es el jarabe para la tos”.
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Por eso, para “doña Mundi” sería insostenible un cobro por electricidad, pues “hay días en que me voy sin cinco. Lo más que vendo, a veces, es un dólar. Yo tengo que estar agarrando pistos que no son míos y reponiéndolos” para subsistir.
En cuanto a la comuna, la adulta mayor no percibe una administración que le acompañe: “Aquí no se acercan de la alcaldía para decirnos qué va a pasar, qué vamos a hacer, o cómo harán allá adentro, si nos darán los mismos puestos o ya no, ¡nada!”, expresa.
Mientras ve con ojos apagados la foto del día del incendio que captó El Diario de Hoy, doña Raymunda recuerda que tuvo una pérdida cercana a los 3,000 dólares en producto de medicina natural.
“La zona en que yo estaba no se quemó. Pero, como tiraban agua y hasta con helicóptero, entonces el agua dañó las cosas. No se me perdió todo, pero hicieron que botara el producto, porque, por el humo, dijeron que se había contaminado” la medicina natural que vendía.
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Y logró rescatar parte de sus máquinas y muebles, pero considera que se los devolvieron “destartalados, porque al sacarlos no lo hicieron con cuidado, y eso hizo que se deterioraran”.
Acerca de los planes que tiene la comuna y el edificio nuevo de cuatro plantas que sería construido, doña Raymunda confiesa: “no sé qué decir; tanto que dicen, que será de cinco plantas, otros de cuatro, que los puestos van a ser chiquitos y que solo nos darán uno. Yo siempre he pagado dos puestos, porque ya por último en los dos puestos me salían a veces 35 dólares, al mes”, dice, con un dejo de esperanza al pensarse en mejores condiciones en un futuro próximo, para volver a su casa con más de un dólar vendido.