En las primeras décadas del siglo XX la Facultad de Medicina de la única universidad que existía por esos tiempos contaba, entre otros, con los catedráticos doctores José Llerena, Alfonso Quiñónez M., David J. Guzmán, Ramón García González, Carlos Bonilla, Francisco Guevara, Santiago Letona, Rafael Villacorta, Guillermo González. Carlos Leiva, Juan Segovia, David Escalante, Juan Magaña, Luis Paredes y otros que escapan a la memoria.
En una segunda época, varios años antes de la Segunda Guerra Mundial se destacaban Luis A. Macías, Cesar Emilio López, Raúl Estupinian, Liberato Dávila, Lázaro Mendoza y otros no menos ilustres. Y en los albores e la segunda mitad del siglo empezaron a destacar los insignes maestros doctores Roberto Masferrer, Nicolás Astacio Soria y Francisco Platero (Patología), Humberto Escapini y José Miguel Posada (Oftalmología), Víctor Manuel Nubleau (Otorrinolaringología), Max Bloch (Hematología y Laboratorio Clínico), Carlos González Bonilla y Salvador Infante Díaz (Cirugía), Roberto Orellana (Gineco Obstetricia), Roberto Cáceres Bustamante (Pediatra), Fabio Castillo Figueroa (Fisiología), María Isabel Rodríguez y Ricardo Quezada (Cardiología), Luis Edmundo Vásquez (Medicina Interna), Juan Allwood Paredes (Salud Pública) y otros.
Uno de los mentores más conspicuos y memorables en la especialidad de Medicina Interna fue el Dr. Luis Edmundo Vásquez. Recuerdo que los médicos residentes, estudiantes de últimos años y personal de enfermería le tenían profunda admiración y respeto. Eran notorias su erudición y su carácter tranquilo, en efecto nunca se le vio sofocado o fuera de sus cabales, ecuánime en su manera de evaluar a los estudiantes, indumentaria impecable, riguroso saco y corbata, puntual en sus compromisos. Cuando llegaba a los pabellones de Medicina la enfermera jefe le ayudaba a quitarse el saco y le entregaba un gabachón blanco, limpio, almidonado y aplanchado.
El Maestro Vásquez rara vez daba conferencias magistrales por otro lado no acostumbraba impartir clases teóricas, en realidad el fuerte de su docencia se centraba en dos actividades básicas a la par del enfermo. Una era pasar visita con los estudiantes de cama en cama y la otra, la presentación de casos clínicos. En el primer caso al llegar a la cama del paciente, comenzaba revisando el expediente, le hacía algunas preguntas al médico residente encargado. Conversaba con amabilidad con el enfermo mientras lo examinaba, repreguntaba de nuevo al Residente sobre el tratamiento, luego hacia observaciones, comentarios y sugerencias. Ampliaba conceptos y fundamentaba sus indicaciones además de aclarar las dudas de los estudiantes.
La otra actividad docente era la presentación de casos clínicos que por lo común la hacia un Médico Residente frente al Maestro y demás discípulos. Comenzaba con el relato resumido de la historia clínica enfatizando los aspectos contributorios, enseguida describía los hallazgos de la exploración física, comentaba los reportes del laboratorio y exámenes de radiodiagnóstico si los había, luego correlacionaba todos los elementos para construir una impresión diagnostica y finalmente, proponía una conducta a seguir o un plan de tratamiento.
Al finalizar el ponente el Maestro opinaba sobre algunos rasgos de la historia, examinaba al enfermo para corroborar los hallazgos, por cierto cuando auscultaba el tórax no usaba estetoscopio sino aplicaba directamente el oído sobre las zonas de la espalda la que cubría previamente con una pequeña manta de algodón. A menudo ampliaba y explicaba el significado de signos y síntomas, hacia comentarios sobre los hallazgos de la exploración y sugería exámenes o procedimientos para llegar a un diagnóstico definitivo, finalmente se refería al manejo y plan de tratamiento. A menudo los asistentes consideraban que una revisión de un caso clínico con la presencia del Maestro dejaba más enseñanzas que consultar en libros de texto. Además del Maestro Vásquez siempre en el área de Medicina Interna hubo otros profesores excelentes que también dejaron huella, impartían exposiciones teóricas y dirigían practicas hospitalarias que no solo enseñaron Medicina sino también deseaban que los estudiantes fueran personas correctas, practicaran la ética y fueran cuidadosas y responsables, entre ellos figuraban los doctores Juan José Fernández (El Perico Fernández), Donaldo Moreno Bulnes (El Charro), Benjamín Mancía (Sofoco), Adela Cabezas de Allwood, Luis Jiménez Escalante, José Simón Basagoitia, Gustavo Oriani y Fernando Villalobos. Hubo también algunos especialistas adscritos al Departamento de Medicina como Andrés Amador Velasco (Endocrinología), Mario Romero Alvergue (Neurología), Efraín Maza Sicilia (Cardiología), Arístides Palacios, Jesús García Montenegro, Jorge Víctor Menéndez y Roberto Emin Hasbún (Gastroenterología), Salvador Rivera Godoy (Urología), José Molina Martínez y Ángel Estévez Ulloa (Psiquiatría).
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