Desde temprana edad, la cantante salvadoreña Nicoletta siempre anhelaba cantar, sentía el arte corriendo por sus venas. Pronto se convirtió en intérprete autodidacta e hizo sus sueños realidad.
Actualmente, la intérprete está viviendo en Costa Rica, país donde cosecha experiencias y explora todos los sonidos a su alcance.
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En una entrevista con elsalvador.com, Nicoletta habló de su incursión poco usual como mujer en escenas musicales como el ska, lo que según dijo “suele ser sorpresivo para muchos”, ya que a nivel centroamericano hay muy pocas.
¿Cómo fue grabar la canción “Azul” con la banda Adhesivo?
Cuando conocí a Adhesivo recuerdo escaparme de casa para ir a bailar, era como una descarga necesaria para la bomba atómica en que me estaba convirtiendo. Luego encontré en el canto una manera igual de explosiva pero sonora para dejar salir mi rabia, mi alegría e incluso mi temprana melancolía. Al corto tiempo de cantar jazz en el transporte público, comencé a hacerme escuchar con acompañamiento acústico en algunos bares de San Salvador, hasta que un día en La Dalia, después de un concierto, la “Vieja” de Adhesivo se acercó a decirme que trabajáramos en conjunto (…) Nos reunimos la “Vieja”, Rafael Castro y yo una tarde a iniciar nuestra labor, como si nos conociéramos de toda la vida, me mostraron muchas ideas, melodías, influencias y juntos definimos como queríamos que sonara la fusión de nuestros sonidos propios. Comencé a escribir la letra allí mismo en función de lo que todos necesitábamos en ese momento (…) y fue así como compusimos “Azul”. La experiencia fue muy mágica y me sentí muy honrada de escribir en esa pequeña libreta a la que nos aferramos para construir el sueño de un sonido totalmente diferente a lo que era la costumbre. Ser la primera chica en colaborar con estos personajes tan queridos de nuestra escena me llenó de orgullo (…) Les agradezco desde mi corazón ayudarme a comenzar a incursionar en este género profesionalmente, espero muy pronto podamos tocar “Azul” en vivo y sorprender al mundo con el sonido que surgió de nuestra amistad.
Llevás más de un año viviendo en Costa Rica, ¿cómo ha sido?
Llegué a Costa Rica hace un año y algunos meses… la música la llevo conmigo a donde voy, ella vive dentro de mí. Cuando recién llegué comencé a vivir en Guanacaste, vivir a cinco minutos del mar era algo que mi alma necesitaba para sanar, allí comencé a trabajar musicalmente en un proyecto que se especializaba en sonidos de antaño, sobre todo jazz y blues de los años 20. Junto a Los Melody Stompers estuvimos de gira en diversas playas de este paraíso de la costa del Pacífico, fue muy emocionante, ya que en El Salvador no había encontrado a nadie que tocara esos estilos que tanto me han influenciado, como las grandes divas del jazz como Billie Holiday, Ella Fitzgerald o la mismísima Bessie Smith (…) Luego de este primer año en el mar me mudé a San José en busca de nuevos sonidos, me encontré con una escena resiliente, muy fuerte y al inicio fue un poco intimidante llegar de otro país y decir con mucho ímpetu “quiero cantar” (…) En muchas ocasiones, en espacios totalmente instrumentales, con mucho atrevimiento, me dispuse a cantar y les dije “yo no necesito un micrófono para que me escuchen”, y así fue como la escena del jazz de Costa Rica de pronto se enteró de mi existencia y mi fuerza.
¿Cómo lograste el contacto con The Skatalites?
Un día por la tarde me enteré que había una Jam Session que presuntamente anunciaba la participación de Ken Stewart, pianista de The Skatalites. Ni siquiera estaba segura de si era cierto o no, pero corrí. Resulta que esta era una Jam secreta y alguien había filtrado esa información, lo cual tuvo como resultado la asistencia de alrededor de 200 personas en un bar sumamente acogedor, y con “acogedor” me refiero a que era bastante pequeño (…) como es de costumbre muy mía, me acerqué a la persona —quien ya me había escuchado antes— que estaba dirigiendo la entrada y salida de músicos al escenario y le dije “quiero cantar una canción de Doreen”. Me dijo “sí, sí, ya veremos” y me aferré a la idea de lograrlo. Cuando por fin llegó mi turno, ocurrió la magia y no canté ni una, ni dos, terminé cantando cinco canciones y después del receso fui llamada de vuelta al escenario directamente por Ken Stewart, quien dijo que me quería de regreso en el escenario (…) Y así fue como contacté con Ken, quien además es el mánager de The Skatalites desde 1988 (…). De esta experiencia surgió una gran amistad con Marco Sabla, el líder de la banda Askatasuna; con Charlie de Shuffle Time y muchos más con quienes estamos compartiendo buen ska y creando nueva música, nuevos sonidos y más sueños.
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¿Cómo creaste un vínculo con Trevor "Sparrow" Thompson?
Todos los integrantes de The Skatalites, menos “Sparrow” (baterista), se encontraban hace ya unos días en playa Grande, Guanacaste, para el primer concierto. Un día antes del concierto, temprano en la mañana, recibí mi oportunidad de cantar con The Skatalites. A través de un mensaje de texto, Ken Stewart me indicó que teníamos que tomar el autobús muy temprano para llegar a tiempo. “Sparrow” había tomado un vuelo desde Europa a San José, Costa Rica, para continuar su álbum solista en el estudio de Zion. Esa misma noche fue cuando conocí a Trevor “Sparrow” Thompson, fue muy sorpresivo. Mi pareja, Daniel Vilaplana, quien había compartido el escenario años atrás con este increíble músico, recibió una llamada a las 8:00 p.m. del productor musical Daniel Blumberg, nos dijo que llegáramos rápidamente al estudio de grabación de Zion, ya que el mismísimo “Sparrow” había solicitado nuestra presencia. Tomamos un taxi y participamos en la grabación de dos piezas del álbum solista de “Sparrow”, quien ha estado produciendo los últimos años con músicos de Capone, de Costa Rica.
¿Cómo te sentiste junto a este ícono de la música ska, reggae y jazz?
“Sparrow” me hizo sentir en casa, es un ser que transmite amor por los ojos y tiene un talento maravilloso como percusionista y cantante. Grabamos hasta tarde y al terminar, se nos dio la misión de tomar el autobús de 7:00 a.m. al día siguiente para acompañar a “Sparrow” y llegar todos a tiempo al concierto en playa Grande. El trayecto de San José a Guanacaste dura alrededor de seis horas, durante ese tiempo, en el autobús, pude platicar, cantar y reír junto a uno de los personajes más inspiradores y carismáticos que he conocido.
¿Cómo fue tu experiencia en tarima junto a The Skatalites?
Al llegar a playa Grande, pudimos descansar cómodamente y divertirnos con el resto de la banda en The Grateful Hotel, todos se encargaron de cargarme de confianza en mí misma (…) Pudimos hacer un “jamming” antes del concierto en el hotel , tocamos “Summertime”, un poco de blues y tocamos percusión con los tenedores de las mesas, fue muy divertido poder tocar sin la presión de un público, como amigos que juegan a tocar música improvisada. Al subir al escenario, me sentí muy honrada cuando Ken menciono mi origen salvadoreño, quería llorar de alegría, luego dijo mi nombre y corrí al escenario para soltar todo el brillo que había estado guardado muy dentro de mí, nunca me había sentido tan bienvenida en toda mi vida, todos tenían una gran sonrisa y me hicieron sentir segura de ser yo misma y de cantar como yo lo hago. En mi mente dije “este es el momento más brillante de mi vida, quiero disfrutarlo al máximo y no olvidar ningún detalle”. Aprecié las luces, el aire, el sonido abrumador del público, bailé todo lo que pude esa noche y fui muy feliz. Regresamos a San José a la mañana siguiente, de nuevo seis horas de trayecto para ir al siguiente concierto (…). Cada uno de ellos me hizo saber que había sido tan mágico para ellos como para mí y supe que no iba a ser la última vez.
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Tus reflexiones sobre esta vivencia
Aún no puedo explicar cómo me sentí con claridad, era como una mezcla de todas las sensaciones hermosas que se pueden sentir ocurriendo en un mismo instante. Tocar con The Skatalites me llevó a replantearme muchas perspectivas, he entendido que el creer en mí misma fue el ajuste diferencial que ha logrado tirar de tantos hilos de maneras tan espontáneas y hermosas (…). He confirmado que esto se trata de creer, mis circunstancias hace un poco más de un año jamás hubiesen indicado esta metamorfosis, ni esta luz, ni esta fuerza, pero finalmente he saltado y sigo aprendiendo a nadar. Yo quiero seguir aprendiendo eternamente, abrir mi ventana y ver con ilusión, preguntarme cómo será el día y encontrarme con ese millón de posibilidades que puedo volver realidad si corro lo suficientemente rápido, o si tengo paciencia quizá.
¿Quedaron las puertas abiertas con The Skatalites?
Me gusta pensar que podrían ocurrir más encuentros, más casualidades, más sueños, más música, estoy segura que nos volveremos a encontrar pronto y tengo la intuición de que será muy grande. Nunca he tenido total certeza de a dónde me dirijo, mi intuición es mi brújula, me proyecto cantando, bailando o pintando quizá en Europa, el Sur, no lo sé aún. Trataré de hacer todas las colaboraciones posibles en Costa Rica, este país ha sido una medicina y antídoto de muchos venenos que absorbí en el pasado. Justo ahora me encuentro trabajando en tres canciones distintas y espero este año poder lanzar un EP dedicado a uno de mis nuevos amores, el blues.