Y pasaron las Fiestas Agostinas. Desde el Desfile del Correo, el banderazo inicial, del que muchos disfrutan la asoleada, hasta la Bajada del Divino Salvador del Mundo, que recuerda el milagro de la Transfiguración del Señor, y la solemne Misa en Catedral para honrar al Patrono, que ha bendecido a esta pequeña República con Su nombre, y a cuyas plantas se postra este pueblo pidiendo misericordia.
Voces sensatas como la del Dr. Ricardo Lara advirtieron del absurdo de gastar tantos millones en las celebraciones agostinas, que pasan sin dejar huella, fuera de deudas, enfermedades y basura en playas y montañas. Pero es parte de la historia de la humanidad, que cuando más atribulada se encuentra, busca olvidar con fiestas, borracheras y frivolidades. Como ocurrió en la España de 1998, cuando se derrumbaba el Imperio Español, con la pérdida de Cuba y Filipinas, y a pesar de las voces indignadas y prudentes de los intelectuales de lujo que formaron la Generación del 98, el pueblo prefería beber, reír y olvidar.
Hay que olvidar que el gobierno de NI no ha querido pagar el bono de $30,000 que a raíz de la pandemia prometió a las familias que perdieron a médicos, enfermeros y trabajadores de salud, que ofrendaron sus vidas para salvar la de sus semejantes. Como siempre, Bukele y Alabí se llenaron la boca ofreciendo la compensación, para nuestros héroes como hipócritamente los llamaron, aparecieron en la foto con cara compungida, declarándolo un hecho histórico jamás visto en gobiernos anteriores. Y después, olvido y maltrato, con ofensas a quienes dos años después, mantienen la esperanza para seguir preguntando cuándo les darán lo prometido.
Que caigan en el olvido las voces de los campesinos afectados por la construcción de la megacárcel en Tecoluca, considerada por el MARN como de leve impacto ambiental, y que además del temor de ser desalojados, ven como sus fuentes de agua están siendo contaminadas con lodo y materiales de construcción, que van directo al Río Aguacate. Con dolor han visto la instalación de un tubo, que saca agua lodosa de la tierra, y la tira en los alrededores, en espera que salga limpia. Los millones de litros de agua que necesitarán los 40,000 detenidos, y qué destino tendrán los desechos fecales, no son punto de preocupación para Bukele y sus funcionarios de Seguridad y Centros Penales. Con la audacia de la prepotencia, el alcalde NI de la zona, rechazó a los pobladores diciéndoles que él no los había llevado a vivir allí. Tierras productivas sembradas de cítricos, cultivadas con amor por sus dueños, sucumbirán ante el capricho del gobernante. Muy bien dijo el padre Chopin que San Vicente necesita universidades, no cárceles.
Malos tratos, desprecios y hasta insultos es lo que reciben las madres y abuelas de tanto niño abandonado, porque la PNC capturó a sus padres, producto de una llamada anónima, o de una historia inventada por las autoridades para llenar una cuota. Y con el Estado de Excepción se busca callar las voces que exigen pronta justicia para los detenidos, muchos de ellos devueltos dentro de un ataúd, con señales de tortura, a pesar de la causa de muerte detallada en el acta de defunción. Ha conmovido el grito de dolor de una abuela, dirigiéndose a la Primera Dama Gabriela de Bukele, y recordándole su programa estrella Crecer Juntos: “¿Cómo van a CRECER JUNTOS si encarcelan a sus padres?” ¿Habrá respuesta de la primera dama, o ya pasó página y esto no aplica a los “carepobre” como los calificó acertadamente Lorena Peña.
Divino Salvador del Mundo, salva a este pueblo que lleva Tu nombre, y que una vez más ha escogido reir para no llorar, aunque motivos le sobran.
Maestra.