En un hecho inusual, una madre permitía que su hija, menor de edad, fuera abusada sexualmente por parte de su padrastro en su vivienda y cuando la niña era obligada a ir a dejarle comida al campo al hombre.
El agravante era que la mujer observaba cuando su compañero de vida violentaba a la hija.
Pese a ello, la madre únicamente recibió una pena de tres años de prisión, que fueron reemplazados por la prestación de trabajos de utilidad pública.
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Mientras que el padrastro deberá de purgar una pena de 38 años y ocho meses de prisión ya que el Juzgado Segundo de Sentencia de Santa Ana lo encontró culpable de los delitos de violación en menor o incapaza agravada, y agresión sexual en menor e incapaza agravada.
Los nombres de los dos adultos y de la menor no fueron revelados por la fuente judicial para protección de la integridad de la víctima.
Sin embargo, en un comunicado relató que la menor fue violentada sexualmente por su padrastro en reiteradas ocasiones desde los 11 años hasta los 13; todo bajo el consentimiento de su madre “quien se dedicaba a observar los abusos”.
Los hechos se registraron en una comunidad del municipio de Candelaria de la Frontera, en Santa Ana. Fueron denunciados por la menor en octubre del año pasado.
La Fiscalía General de la República (FGR) emitió órdenes de captura administrativas en contra de los sujetos.
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La madre fue acusada de abandono y desamparo de personas. La pena máxima que permite dicho ilícito es de tres años de prisión, reemplazables por la prestación de trabajos de utilidad pública.
Esto “luego de acreditarse que, pese a que tenía el deber legal de proteger a su hija, no lo hizo, y en cambio tuvo una conducta pasiva indiferente ante los abusos sexuales realizados por el padrastro de la niña”, indicó Centros Judiciales en un boletín.
La sicóloga Yesenia Quiñónez, en un artículo elaborado a inicio de año para El Diario de Hoy sobre este tipo de hechos, señaló que para las víctimas de violencia sexual, sobre todo cuando se da en la niñez, puede tener efectos significativos, como aumentar el riesgo de adquirir enfermedades de transmisión sexual, sufrir problemas de salud mental, emocional y físicos, como retrasos en el desarrollo cognitivo, afectar en el rendimiento escolar, surgir el abandono escolar y embarazos prematuros.
“Lo anterior demuestra el nivel de importancia que tiene el tema de abuso sexual infantil en El Salvador, tomando en cuenta que la mayoría de estos casos surgen dentro del entorno familiar o el más cercano. Se debe estar alerta a los cambios que los niños y niñas manifiestan cuando están sufriendo abuso o acoso sexual por parte de algún miembro de la familia”, indicó.