El encuentro entre los presidentes de Rusia, Vladimir Putin; de Turquía, Recep Tayyin Erdogan, y de Irán, Ebrahim Raissa, tuvo lugar en Teherán el 19 de julio pasado. ¿Fue una respuesta a la gira que efectúo el presidente Biden, la semana pasada, en Oriente Próximo y Medio y durante la cual la búsqueda de una respuesta regional contra la amenaza nuclear iraní fue un tema central? Es muy probable.
Oficialmente, Rusia, Irán y Turquía se reunieron sobre el tema de Siria, que sufre de un conflicto interno con repercusiones regionales desde 2011. En 2017, dichos países protagonizaron el proceso de Astana cuyo objetivo consiste en traer “la paz” a Siria. Ahora bien, esta cumbre se inscribe en un medio ambiente internacional cargado de tensiones: guerra en Ucrania, presión sobre las rutas energéticas en Europa y el precio de la energía tanto como de las cereales, riesgo de proliferación nuclear …
¿Es una cumbre que prefigura un eje alternativo al bloque occidental o una alianza controlada sobre la sola temática siria? Cada quién interpreta pero demuestra los riesgos de escalada que contiene el contexto actual. Una alianza entre Rusia e Irán lleva sobre el gas, el petróleo. Pero conociendo la determinación de Irán en conseguir una energía nuclear enriquecida necesario para un programa nuclear, no podemos descartar la posibilidad de una nueva cooperación sobre este aspecto, Rusia siendo una potencia nuclear desde 1949.
Por cierto, Vladimir Putin fue en persona, en su segundo viaje afuera de su país, desde el principio del conflicto en Ucrania, el 24 de febrero pasado. Ademán fuerte que revela la importancia de dicha relación pero también la determinación de responder a Joe Biden, para no dejar espacio en el Medio Oriente a los occidentales y aliados.En esta óptica, la energía se ha vuelto el centro de las relaciones internacionales, haciendo surgir nuevos enlaces de fuerzas, indispensables reorganizaciones de suministro: por ejemplo, Europa quiere aumentar sus importaciones de gas con Azerbaiyán, para compensar la reducción de sus fuentes con Rusia. Este esquema debe ser repetido con otros países productores, sea Arabia Saudita, África, quizás con Irán.
Esta realidad hace aparecer la complejidad de la situación en este juego de la realpolítica internacional: Turquía es miembro de la OTAN, que acaba de extenderse, con el acuerdo de Ankara, hacia Finlandia y Suecia, reforzando su frontera con Rusia. Los europeos hacen todo lo posible para que se puede reabrir el proceso de marco nuclear que los Acuerdos de Viena de 2015 había establecido. Fue de facto, parado con la salida unilateral de los Estados Unidos en mayo de 2018. Durante su visita a Medio Oriente, los Estados Unidos pudieron evaluar la factibilidad de una alianza se seguridad en esta región cuyo objetivo consistiría en “contener” la influencia iraní. Esta idea está favorecida por Israel, pero todavía falta para que se pueda llegar a una forma de agrupación análoga a la OTAN. De igual manera, la cumbre de Teherán muestra cuanto complejo queda la posibilidad de constitución de una coalición a largo plazo: Siria une a los tres países que rechazaron “todas las iniciativas de autodeterminación ilegitimas” que podrían “socavar la soberanía e integridad” de Siria.
La cumbre mostró un acercamiento entre Rusia e Irán: el gas y petróleo frente a la serie de sanciones internacionales facilitaron una convergencia de intereses, Turquía buscando sobre todo, consolidar su posición en las fronteras de Siria preparando una ofensiva en el norte de este país luchando contra el grupo Unidad de Protección del Pueblo (YPG), milicia kurda afiliada al Partido de los Trabajadores del Kurdistán, considerado como “terrorista” por Ankara. Al nivel diplomático, la pertenencia de Turquía a la OTAN la posiciona como un posible interlocutor para todos, en el momento dado. Siempre queda como un instrumento de negociación Pero “cruzar el Rubicón” y entrar en la constitución de una alianza alternativa para unos, « eje del mal » para los demás, es bastante arriesgado para ese país.
Ahora bien, en el medio ambiente de tensiones actuales, un encuentro de esta importancia contiene un mensaje implícito : se están remodelando las relaciones internacionales, formándose con nuevas alianzas, que podrán volver bloques. El simple mensaje de Joe Biden en Arabia Saudita, afirmando que los Estados unidos no podían dejar “un vacío” que podría ser aprovechado por Rusia o China, fue seguido por una cumbre iraní-rusa turca: los ingredientes de nuevas coaliciones llevando intereses globales, están reunidos, para que se ponga en tela de juicio una organización mundial que nació en 1945, evolucionando en los principios de los años 1990 y confrontado hoy en día, a la ofensiva de una visión alternativa en búsqueda de legitimidad. Más que nunca, el mundo está en la encrucijada.
Politólogo, especialista francés en relaciones internacionales, presidente de la Asociación Francia-América Latina (LATFRAN). www.latfran.fr