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Carta a quienes se extrañan de las contradicciones del señor Bukele: Son fake

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Por Paolo Luers
Periodista

Estimados amigos:

Se ha puesto de moda buscar y volver a publicar videos viejos donde aparece Nayib Bukele, en sus años mozos políticos, cuando apenas estaba entrando en la arena política para buscar cumplir el sueño de su familia: un presidente Bukele.

Los que gustosamente escarban en la historia del discurso de Nayib lo hacen con la intención de mostrar las contradicciones entre lo que dijo como joven alcalde, que todavía navegaba con la bandera del FMLN, y lo que dice y hace ahora, como jefe del Estado.

Antes de ser presidente, hablaba sobre la necesidad de defender la separación de poderes. Como presidente la erradicó y tomó control del Estado entero, incluyendo la justicia. Antes hablaba de que al Ejecutivo hay que controlarlo mediante mecanismos de rendición de cuentas, ahora ha castrado las instituciones de contraloría y transparencia y comenzado su lucha contra la libertad de prensa. Antes se codeaba con los dirigentes del FMLN, adoptando su discurso, hoy tiene presos a varios de ellos y descalifica toda la trayectoria de la izquierda salvadoreña como farsa, incluyendo la insurgencia, la guerra y la paz en la cual terminó. Estando ya en campaña presidencial, se fue a la Universidad de El Salvador, para gritar que como presidente iba a ponerse a la cabeza de una marcha para conseguir un presupuesto justo para la U, hoy le ha quitado presupuesto.

Está bueno exhibir estas contradicciones. Pero no hay que crear la fábula de un joven idealista que entró en política como progresista y rebelde, pero que lastimosamente cuando estaba probando los mieles del poder, se corrompió y traicionó sus ideales, volviéndose dictadorcito. Mentira. El poder no corrompe, sólo revela el verdadero carácter de una persona. Bukele sabía perfectamente dónde quería llegar: al poder absoluto. Y desde sus primeros pasos políticos sabía cómo iba a llegar: aprovechando la profunda y masiva decepción con la manera como funcionaba la política, poniéndose a la cabeza de una tendencia de antipolítica, antiinstitucional, anticorrupción, llevando a la masa de votantes de izquierda al populismo…

Uno no puede llegar al poder anunciando que luego va a suspender cosas sagradas como la libertad de prensa, la independencia judicial y la transparencia. Ni Hitler, ni Hugo Chávez hicieron semejante locura. Surfearon sobre las olas del descontento con la política tradicional, prometiendo ‘verdadera democracia’. Ni Fidel, cuando llegó al poder por las armas, habló de la dictadura que iba a establecer, sino fue a Naciones Unidas en Nueva York para hablar de democracia y libertad. Bukele fue a Washington para hacer lo mismo.

La transformación del discurso de Nayib Bukele -desde su llegada a la alcaldía de Nuevo Cuscatlán, pasando por sus discusiones con los desprestigiados dinosaurios que dirigían el FMLN, hasta llegar a Casa Presidencia, a la toma de la Asamblea y al golpe de estado contra la independencia de la justicia- no es una de traición de ideales, sino una fríamente calculada estrategia de cómo llegar al poder, cómo consolidarlo, y cómo centralizarlo. Los tales ideales nunca existieron. Nayib Bukele es el político menos ideológico y más pragmático que hemos conocido en El Salvador.

Un tuitero muy respetable, publicando un vídeo viejo en el cual Nayib Bukele resaltó que es un gran progreso que ya no hay poder centralizado y absoluto (hablando de la época de posguerra que hoy descalifica), comenta: “El Nayib del pasado poniendo en ridículo al Nayib del presente”. No, mi amigo, es al revés: El Nayib presidente revela las mentiras del Nayib de antes de llegar al poder.

Sigan exhibiendo las declaraciones engañosas del Nayib de antes y contrástenlas con su hechos y posiciones abiertamente antidemocráticas de hoy. Pero háganlo para revelar la estrategia demagógica detrás de su carrera política.

Es más, traten de la misma manera los vídeos del difunto jefe del clan, Armando Bukele, padre de Nayib. No construyan otra leyenda falsa solo porque don Armando, desde su recelo y odio las clases altas del país que nunca lo invitaron a sus clubes y fiestas, despotricó en su programa “Aclarando Conceptos” contra la corrupción, la falta de verdadera democracia, el militarismo…

No es que el hijo haya traicionado a su padre, cuando reviviendo el militarismo y la represión y estableciendo el gobierno más corrupto de la postguerra, hizo lo contrario a los “principios” que “aclaró” su progenitor. El padre, con su discurso, no hizo otra cosa que preparar el terreno para que sus hijos llegaran donde a él nunca lo dejaron llegar. Y los hijos siguieron fielmente su guión: montarse encima de las frustraciones con la manera en la que funcionaba la democracia, pero para destruirla.

Así que Bukele es Bukele. Las contradicciones son fake, un engaño, un juego de espejos.

Saludos, Paolo Luers

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