Queridos amigos:
Es lógico que una familia que quiere el control total del país tenga que tomar control también del deporte. Por eso Nayib puso a su hermano Yamil a dirigir el INDES. Pero bajo la misma lógica, quien quiere controlar el deporte, tiene que controlar el fútbol, la madre de los deportes. Por esto, Yamil tiene que destruir la FESFUT, aunque esto signifique paralizar al fútbol profesional. No pueden tolerar a una institución que reconoce como su máxima autoridad a una entidad internacional, la FIFA, y no al gobierno de su Excelencia Nayib.
Digo todo esto como analista, fríamente, sin calenturas que me nublen la mente. En mis 40 años de vivir en El Salvador nunca me he enamorado del fútbol salvadoreño. Nunca fui a ver un partido de la Liga Mayor, ni en televisión, ni en un estadio. No conozco a nadie de la FESFUT ni me interesa defender a nadie de este submundo con mala fama. Como todo el mundo, asumo que existe corrupción en la FESFUT y los clubes. Por supuesto sería bueno que se investigara, pero no como lo hace esta fiscalía, por encargo del gobierno.
Lo que pasa ahora con el fútbol no es un asunto deportivo. Es un asunto político, parte de la lucha del Estado por el control de la sociedad entera. El fútbol mueve las pasiones de las masas y esto lo hace apetitoso para un gobierno autoritario. Para ustedes, los aficionados que van a los estadios, que sufren y celebran con sus equipos, el fútbol es un mundo aparte de la política. Saben que también es un business y hay corrupción e intrigas, pero para ustedes sigue siendo un asunto de amor -y a veces de odio- entre el equipo que siguen, sus jugadores y ustedes, las barras de hinchas. Incluyendo los que no van a los Estadios, sino que gritan los goles en las salas de sus casas o en un chupadero. Es un espacio de libertad y como tal, es muy sensible a la intervención y la imposición política.
A los gobernantes con vocación autoritaria les molestan y estorban todos los espacios independientes de libertad. Por eso, lo que ahora están tratando de hacer con el fútbol -tomar control- también lo van a intentar con las universidades, las iglesias, los sindicatos, los gremios profesionales y empresariales.
En todos estos ámbitos de independencia, el éxito de la imposición gubernamental depende de si hay o no resistencia. Pudieron tomar control de muchos sindicatos, de la justicia, la fiscalía, la Corte de Cuentas, el Tribunal Electoral, del Instituto de Acceso a la Información Pública e incluso la Procuraduría de Defensa de los Derechos Humanos, porque había suficientes funcionarios que fácilmente se dejaron intimidar y comprar. No dudo que esto vaya a pasar o ya esté pasando con los dueños de los clubes. Pero no les está funcionando con los árbitros, porque ellos no están en esto por el pisto, sino por el amor al deporte. Y muy difícilmente les va a funcionar con la afición.
¿Cómo intimidar, extorsionar o comprar a esta masa anárquica y rebelde de hinchas? Están ahí para divertirse, para vivir pasiones, para sentirse libres. No los pueden reprimir, porque saben que pueden encender fuegos peligrosos. No los pueden comprar, porque no son parte de transacciones económicas sino de transacciones emocionales.
Ustedes no van a tolerar pasivamente que la política y la vocación de poder contaminen la poca diversión y alegría que les queda, para muchos la única. Parece que Nayib y Yamil hicieron mal cálculo. Es una cosa tomar control de disciplinas elitistas como el tenis, incluso el básquet, pero el fútbol es un fenómeno popular y quien se mete con él, provoca lo que menos necesita: resistencia popular.
Al fútbol, su independencia y su autenticidad no los van a defender ni los dueños de los clubes, para quienes todo es negocio, ni tampoco los funcionarios, sino los jugadores, los árbitros y, sobre todo, la afición. Juntos son la base popular del fútbol. Pueden defenderlo. Puede ser una señal para los otros sectores de que pronto perderán su independencia si no la defienden.
Saludos, Paolo Luers