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Democracia con garrote

La democracia dirigida te da la sensación de vivir en “democracia”, pero el gobernante siempre tiene a la mano un garrote: así fue con Intradex, Catalino, con los miles de presos -sin pruebas- capturados durante el régimen de excepción y ahora con la FESFUT… mañana podríamos ser tú o yo.

Por Maximiliano Mojica
Abogado, máster en leyes

Como dijo Churchill, “la democracia es la peor forma de gobierno… excluyendo a todas las demás”. Claro, la democracia tiene defectos, pero la realidad es que es mil veces mejor vivir en una, que una satrapía comunista como la de Cuba y Corea del Norte, en una tiranía tropical como la de Nicaragua y Venezuela, o en una teocracia fundamentalista como las musulmanas.

Pero con todo lo afortunado y exitoso que ha sido Occidente en desarrollar gobiernos electos democráticamente en procesos libres y transparentes, que producen gobiernos que (teóricamente) se preocupan por el bienestar de sus ciudadanos, las sociedades han engendrado un gemelo perverso de la democracia plena: la democracia dirigida.

La democracia dirigida (o democracia con garrote como la llamo yo) es una forma de gobierno “formalmente democrático”, pero que en realidad es una autocracia de facto. Son gobiernos legitimados por “elecciones”, pero sin que el resultado de estas tenga el poder real para cambiar las políticas de Estado, los motivos, objetivos o incluso, a las personas que gobiernan. Los votantes tienen la impresión de que han ejercido su derecho a elegir, cuando en realidad no han podido incidir realmente ni en el gobierno, ni en la forma de convivencia política.

La democracia dirigida no es algo nuevo; nació después de la Segunda Guerra Mundial en Indonesia para describir el gobierno de mano dura del presidente Sukarno. Posteriormente, fue retomado por el carnicero comunista Mao Zedong, que utilizó el término para referirse a la “dictadura democrática popular” representada por él mismo, que implicaba un centralismo en su figura y el escalofriante término “libertad por la obediencia y la disciplina”.

Hoy en día se pueden encontrar ejemplos de ese tipo de gobierno en Nicaragua, Venezuela, Rusia y, a juzgar por las evidencias, en El Salvador.

Para que se comprenda más la diferencia, me permito compartir un cuadro comparativo de Democracia dirigida y Democracia plena:

En la Democracia plena el poder se atribuye al pueblo, siendo este el encargado de elegir y legitimar los representantes del Estado. Usualmente los gobiernos son conformados por civiles mediante elecciones libres y transparentes. El ejercicio del poder es auditado por la sociedad por medio de instituciones que brindan información pública o por medio del periodismo independiente, que se nutre de la absoluta libertad de expresión.  El rol de las Fuerzas Armadas se limita a velar por defender a la nación sin intervenir de ninguna manera en asuntos de Estado. 

Existen garantías de protección a los derechos humanos, mientras las diversas expresiones político-ciudadanas, se ejercen por medio de diversos partidos políticos que representan todas las tendencias ideológicas. Las leyes son promulgadas mediante debate legislativo y no tienen como fin dañar o beneficiar a una persona o a un grupo de estas, sino para asegurar una coexistencia pacífica de la sociedad.

En la democracia dirigida hay “elecciones”, pero éstas no son transparentes ni existe posibilidad de auditarlas efectivamente por parte de terceros -que pueden ser oenegés o miembros comunidad internacional-. Las fuerzas armadas juegan un papel protagónico, aliándose con el poder político o económico. 

En la democracia dirigida puede que se garanticen los derechos humanos; sin embargo, de ser necesario, el Estado priva de sus derechos a todo individuo o grupo de individuos que considere peligrosos para su permanencia en el poder. La Justicia Social no está garantizada, ya que el gabinete, y toda la cúpula del poder, pertenecen a una misma facción política lo cual los convierte en sectarios y unipolares. Buscan la unificación y centralización del poder, primero, como excusa para la “gobernabilidad y eficiencia en el ejercicio de la función pública”, luego como un mecanismo para perpetuarse en el poder. El respeto a la diversidad no está garantizado, ya que existen sectores de la sociedad que son discriminados y perseguidos por el Estado, más cuando esos sectores representen una posibilidad efectiva para la alternancia en el poder. 

La democracia dirigida usualmente crea alianzas con los sectores dominantes del poder económico y/o político, beneficiándolos siempre y cuando renuncien a sus aspiraciones políticas. El poder económico del Estado se usa como un aliciente (o castigo) para mantener dóciles y sumisos, políticamente, a los empresarios, ejecutando -cuando conviene al régimen en el poder- acciones legales ejemplarizantes, contra algún miembro de la oligarquía u oposición política, lo cual se hace por medio de juicios mediáticos dónde se imparten condenas inusualmente duras por actos o hechos intrascendentes, ya que con ello busca enviar un mensaje al resto de la sociedad para garantizar su temor, sumisión y obediencia.

La democracia dirigida te da la sensación de vivir en “democracia”, pero el gobernante siempre tiene a la mano un garrote: así fue con Intradex, Catalino, con los miles de presos -sin pruebas- capturados durante el régimen de excepción y ahora con la FESFUT… mañana podríamos ser tú o yo. El que tenga oídos, que oiga.  

Abogado, Master en leyes/@MaxMojica

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