El cambio de dirección en la Federación de fútbol salvadoreña ya no es una cuestión de necesidad, para que este deporte mejore. Sino, una obligación.
Los últimos acontecimientos con los seleccionados mayores y los jugadores Sub-20 han sido la cereza al pastel de una legislación de irregular a mala. No es posible que después de cada conflicto, de la Federación aparezcan comunicados justificando la situación, echando de cabeza a los jugadores para desviar la atención de los problemas.
La deteriorada imagen de la Fesfut versus el tentador proyecto de los Pérez en la Selecta
Es triste ver la imagen que se está ofreciendo del fútbol salvadoreño, después de cada situación, con titulares: ¡Bochorno!, ¡Vergüenza! o ¡Lamentable!
La credibilidad de los actuales miembros del Comité Ejecutivo es también preocupante. Los jugadores, quienes los conocen mejor, están recomendando que “ya no deben continuar”.
Los mismos seleccionados también están pensando en “no asistir a las convocatorias de la Selección”. Lo mencionó Nelson Bonilla, el último capitán de este equipo, en “hacer una huelga”.
Alex Roldán y Eriq Zavaleta tomaron la iniciativa, al no presentarse a los últimos partidos de la Liga de Naciones, que en un primer momento no se compartió, pero ahora se entiende muy bien.
Soy de los que piensa que el futuro del fútbol salvadoreño no está en apostarle al trabajo en las canteras o jóvenes. Esto debe pasar cuando se tenga como base a dirigentes comprometidos con este deporte, con una apuesta acorde al mundo actual, con ideas y mentalidad frescas.