El Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, mencionó al régimen de Bukele entre los gobiernos que impulsan leyes que anulan la libertad de los ciudadanos y medios de comunicación independientes a expresarse sin temor a represalias o censuras.
“Algunos gobiernos están utilizando una amplia legislación para reprimir la libertad de expresión, como hemos visto en la reciente lista de enmiendas adoptadas por El Salvador en marzo y abril de este año”, señaló Blinken en el marco de la Cumbre de las Américas.
El régimen bukeliano aprobó reformas penales que criminalizan la labor periodística imponiendo de 10 a 15 años de cárcel para quienes supuestamente hagan “apología” del delito o reproduzcan lo que las autoridades consideren “mensajes de pandilleros”. Al menos 10 periodistas salvadoreños han tenido que emigrar por amenazas o temor a ser víctimas de represalias por su labor.
De esta manera, tristemente el nombre de El Salvador fue citado por Blinken a la par de rancias dictaduras como Cuba, Nicaragua y Venezuela, donde “el simple hecho de hacer periodismo independiente es un crimen”. De allí que es pasmosa la exigencia del tremendista presidente de México, López Obrador, de invitar a esas dictaduras a la cumbre en Los Ángeles, California, aunque algunos consideran esas pataletas un recurso de AMLO para detener su descenso en las encuestas.
La razón de excluir a esos tres regímenes es muy clara: al lado de mandatarios de naciones democráticas no pueden sentarse individuos que tienen las manos manchadas de sangre, además de acarrear un historial de abusos, amenazas, atropellos a derechos fundamentales de toda persona, censura… Por lo mismo, a nadie se le antojaría que el criminal de guerra y envenenador Vladimir Putin enviara observadores al foro.
Por tales razones también en tal reunión no cabría Donald Trump después de llevar a cabo una insurrección para revertir los resultados de las elecciones de 2020 en Estados Unidos, la cual causó muertes y destrucción del asiento de la democracia de ese país.
Cualquier régimen en nuestra América que viola fundamentos básicos de toda democracia, que indiscriminadamente persigue a ciudadanos, que monta lo que en una nación civilizada se considerarían cámaras de torturas, verdaderos mataderos de gente indefensa, debe excluirse de una reunión convocada para fortalecer la democracia en nuestro Hemisferio.
No tiene cabida en tal simposio un régimen con presos políticos, que monta lo que son linchamientos mediáticos, que niega asistencia médica y medicinas a las personas que arbitrariamente captura con sus soldadescas.
Díaz Canel, el verdugo de Cuba, al igual que Ortega de Nicaragua han superado las atrocidades de Maduro, a lo que se suma un muy grave delito contra todos los pueblos del mundo: las denuncias de vínculos con el narcotráfico.
El régimen mexicano —eso involucra previas administraciones— no combate con efectividad los carteles que operan en el país, primordialmente el de Sinaloa y Jalisco, lo que además puede decirse de los regímenes de Honduras y Guatemala, pese a la extradición a Estados Unidos de Juan Orlando Hernández, cuyo hermano está sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos.
No pueden sentar a gobernantes a la par de dictadores con sus manos manchadas de sangre
En la actualidad —y lo que se viene escenificando desde hace siglos— hay una lucha de las democracias contra el oscurantismo, de lo que son el fruto del cristianismo, la doctrina de la libertad, contra tendencias absolutistas, de lo que es defender vida y libertad de los embates de la barbarie, como se dio recientemente cuando unos enloquecidos musulmanes asesinaron a una joven cristiana acusándola de “blasfemia”.
Los feroces carniceros de este mundo, los rabiosos lobos contra sus pueblos, son una jauría que amenaza la paz, la democracia, la convivencia pacífica, lo que son los ideales de todo niño en esa maravillosa etapa de sueños e ilusiones. Son el producto de infernales cavernas, de incontrolables narcisismos, de su ignorancia, de ir tras la sangre de seres inocentes o indefensos…