Según los datos del census.gov, para el 2021 la población mundial ronda los 7,760 millones de habitantes, lo cual implica igual número de bocas para alimentar cada día (aunque infamemente esto no se cumple); pero alimentar es mucho más que llevarse algo a la boca; implica calidad en lo que se consume y de manera prioritaria, la seguridad de que los alimentos no vayan a ser los vehículos para transmitir enfermedades de naturaleza tóxica o infecciosa, ya sea porque son portadores de bacterias, virus, parásitos o sustancias químicas nocivas que entran en el cuerpo por esa vía.
Esa seguridad a la hora de consumir está influenciada por la forma en que se manipulan, elaboran y almacenan los alimentos, ya que una buena salud es indispensable para que el cuerpo humano absorba los nutrientes de forma efectiva, y la higiene de los alimentos ayuda a mantener un cuerpo sano.
La higiene de los alimentos busca evitar la contaminación de los mismos, la cual se puede dar en cualquier etapa de producción, procesamiento, distribución, almacenamiento o preparación. A manera de ejemplo: los microorganismos pueden propagarse a los alimentos desde superficies sucias, utensilios o equipos que se usan durante la producción de alimentos o incluso en nuestra cocina.
Y de estas etapas quiero detenerme en la de procesamiento, porque muchos conceptos “empacados” han sido y siguen siendo vertidos sobre los alimentos procesados, a pesar de que constituyen verdaderas falacias, así como lo es hablar locuazmente de alimentos ultraprocesados, con el único objetivo al parecer (nada científico por cierto) de acusar que los procesos industriales llevados a cabo sobre los alimentos los vuelven poco saludables y hasta dañinos para la salud.
Hay que analizar los hechos bajo la luz de la ciencia: para que los consumidores tengamos la opción de ingerir alimentos, ya sea en su forma sólida o líquida, que no son producidos en la localidad, o que los podamos almacenar sin siquiera refrigeración, o simplemente porque tenemos el derecho humano a que no seamos víctimas de contaminación que nos enferme a través de los alimentos que adquirimos, es necesario que la industria de alimentos y bebidas lleve a cabo una serie de procesos que garantizan que el producto no esté contaminado y que no lo vaya a estar durante el tiempo que lo ponen a nuestra disposición; que mantenga las cualidades organolépticas que esperamos encontrar a pesar del paso del tiempo; que dure el tiempo suficiente para que pueda ser transportado por mar de un continente a otro, dure almacenado, en el supermercado y luego nos de tiempo de comprarlo y decidir cuándo lo vamos a degustar.
Mucha pseudociencia ha sido vendida por muchos conductos, promoviendo falacias, que van desde afirmar que el uso de preservantes provoca cáncer, que cierto tipo de edulcorante genera pseudo esclerosis múltiple hasta que con algunos tipos de procesos de preservación con irradiaciones puede generarse esterilidad y muchas otras barbaridades que no falta quien las apoya con historias de curas casi milagrosas al dejar de tomar X o Y producto.
Y nada más alejado de la realidad, porque los procesos industriales en la producción de alimentos son precisamente los responsables de que podamos contar con alimentos seguros, que no transmiten bacterias, ni virus, ni parásitos; y en cuanto a los productos químicos, sí, es cierto que se utilizan, pero son productos previamente estudiados, probados y autorizados por organismos de talla mundial como la FDA de los Estados Unidos o su homólogo europeo, que con seguridad no permiten que sustancias nocivas sean administradas a través de los alimentos a sus ciudadanos.
A partir de esta premisa real e innegable podemos incluso afirmar con la convicción de poder probarlo que, contrario a los que ciertos sectores afirman, los alimentos no se vuelven más “peligrosos o dañinos” porque son más procesados, sino lo contrario, son más seguros, es decir, son más inocuos para el humano. Así que cada vez que consumen alimentos que han pasado por los procesos industriales, piensen que si hacen buen uso de ellos, estarán consumiendo productos más seguros.
Este 7 de junio celebremos el DÍA MUNDIAL DE LA INOCUIDAD ALIMENTARIA, que se consigue en mucho gracias al enorme esfuerzo y al aporte de la industria de alimentos y bebidas en todas partes del mundo.
Médico Nutriólogo y Abogado
eswollantsm@gmail.com