Veintidós personas, incluyendo la tripulación, murieron al estrellarse un avión contra una montaña en los Himalayas, el domingo.
Estos vuelos son siempre riesgosos dadas las imprevistas corrientes de aire al igual que lo estrecho del desfiladero que conduce del aeropuerto de Patna a la casi mítica ciudad de Katmandú, en Nepal.
Hace muchos años pasamos por una experiencia difícil al intentar volar del aeropuerto de Patma, uno de los de mayor tráfico aéreo en el norte del país, a Katmandú; el vuelo que tomamos para Patna llegó con retraso, por lo que perdimos la conexión a Katmandú y, dado que los siguientes vuelos estaban llenos, no quedó más remedio que seguir hacia Benares, la ciudad sagrada de la India.
Mientras esperaba el siguiente vuelo aterrizó un avión de donde bajaron unos pasajeros con rostros muy compungidos: era el vuelo que debíamos haber tomado y que regresó al aeropuerto, pues estuvieron a punto de estrellarse contra la montaña...
Los aviones que hacen el trayecto entre Patna y Katmandú tienen que volar entre estrechos desfiladeros, donde siempre pueden surgir violentas corrientes de aire, tormentas... y eso tanto cuando se va como al volver. (No queremos cortar la narración en este punto sino compartir con nuestros lectores lo que es Benares y en cierta forma lo que era la India hace muchos años...).
Para los indios que profesan la religión propia del país, el hinduísmo, anclada en tradiciones y usos viejos en miles de años y que no son ni sihks ni musulmanes ni cristianos ni budistas, Benares es una ciudad sagrada y como tal los hindúes más pobres, los que forman “la base de la pirámide”, van a Benares a morir, lo que hace que los cuadros de miseria, abandono, desesperanza que allí se observan no tengan paralelo en ninguna otra parte del mundo que hayamos recorrido, aunque en la Calcuta de entonces se presentaban cuadros así de desgarradores, lo que llevó a la Madre Teresa, nacida en la antigua Yugoslavia, a tomar el nombre de Teresa de Calcuta y fundar la orden que al día de hoy se ocupa de cuidar, consolar y ayudar a las personas más vulnerables en muchos de nuestros países.
Quien ha recorrido la India siempre la lleva en su corazón...
En Benares o alguna barriada pobre de la India, los turistas que dan limosna son rodeados por un incontrolable gentío de pordioseros, niños, lugareños y es imposible repartir, pues a medida que se reparte la masa de pedigüeños crece exponencialmente...
Por eso se recomienda a los visitantes nunca dar limosna en esas circunstancias, pues inclusive en nuestro suelo y debido al desplome económico causado por las ocurrencias del régimen, “si se corre el rumor de que están dando dinero”, se forma casi de inmediato una multitud...
En Benares día a día mueren muchos de esos pobres seres, por lo que a orillas del Ganges, en las explanadas que lo bordean, queman los cadáveres, lado a lado, con creyentes que se llenan la boca con agua del río y hacen diferentes ritos, a lo que por lo menos entonces se sumaba otro escalofriante hecho: los que morían eran incinerados, pero los que morían de viruela eran lanzados al río...
Es seguro que mucho de esto ha cambiado, que se cuida mejor a los enfermos, que el Ganges no es del todo una enorme cloaca... Dios así lo quiera pues quien recorre India siempre la lleva en su corazón...