A casi tres años del régimen bukeliano, tanto él como sus ministros parecen haber olvidado que existe una clase trabajadora que, consciente de su papel de ser los motores del país, día a día cumple con su deber y se manifiesta en varias oportunidades para lograr conquistas que les permitan una mejor calidad de vida para ellos y sus familiares. Y la realidad dista mucho de parecerse a esa utopía, ya que las últimas disposiciones del GOES indican todo lo contrario.
En el primer año, comenzaron los despidos masivos en los tres poderes del Estado, bajo la excusa de que debían sustituirse por personas de confianza del régimen, independientemente si estas últimas tenían la idoneidad y la experiencia para sustituir a servidores públicos que se habían desempeñado con dedicación y profesionalismo durante muchos años.
Luego de que el Estado interviniera la ruta 42, se contrató a los antiguos motoristas para que hicieran la labor de guías, los que a principios de mayo fueron despedidos mediante una carta con una redacción tan ingrata, que es una bofetada para quienes tuvieron trabajo fijo durante 16 años. “Estimado Señor: Reciba un cordial saludo y deseos de éxito en sus labores diarias. Mediante la presente formalizamos el agradecimiento del trabajo que realizan para esta institución, cumpliendo con el rol asignado de manera satisfactoria. (....) queremos notificarle la finalización del período de su contratación. Agradecidos por los servicios prestados a esta institución, nos suscribimos...”. Resultado: 40 personas que se quedan sin trabajo, sin considerar su antigüedad y el derecho que a las prestaciones de ley.
Más de 500 policías, por tener más de 60 años de edad, han sido despedidos, con una indemnización de 12 meses de sueldo, después de 30 años de trabajar por nuestra seguridad. Con la desaparición de FONAES han sido despedidos los empleados y, por decisión de la Asamblea, recibirán su indemnización con base en el salario mínimo.
Estos casos demuestran que Bukele y sus ministros han olvidado por completo a la clase trabajadora, y que la esperanza de muchos que mejoraría su situación porque el Ministro de Trabajo ha sido compañero sindicalista. La realidad demostró ser otra, cuando el 1° de mayo, respondió con amenazas para impedir la tradicional manifestación, mientras invitaba a los miembros de los sindicatos afines al gobierno a un agasajo privado en un hotel capitalino, donde más que los discursos del Ministro, la atracción principal fue el almuerzo. Esta evidente división de los sindicatos se confirma porque en el equipo que discute la reforma de pensiones participan los sindicatos bukelianos, en lugar de especialistas con experiencia.
Es de lamentar, que en la situación dramática que atraviesa la economía, la deuda del GOES con sus proveedores alcanza los $1,800 millones, que están dañando fuertemente a muchas empresas que probablemente tengan que cerrar y despedir a sus empleados, quitándoles el sueldo tan necesario para sostener a sus familias. Ante estos casos tan tristes, contrasta la decisión de los diputados cian de aprobar $10 millones para la FGR y las escuchas telefónicas y $3 millones más para pagar a los lobistas que intentan en vano mejorar la pésima imagen que Bukele tiene en EE.UU. Con amplia sonrisa, el ministro de Hacienda asegura que tiene fondos para cubrir estas necesidades, gracias a la extraordinaria recaudación fiscal, que sobrepasó todas las proyecciones. ¿Por qué entonces no hay dinero para pagar el trabajo de tantos salvadoreños necesitados? Evidencia que a Bukele y a sus servidores no les interesa en absoluto la clase trabajadora.
Maestra.