Inicio este texto haciendo un llamado a esta sociedad: hagamos el mínimo esfuerzo por ponernos en los zapatos de la persona de al lado en lugar de señalarla. Reflexiono desde este espacio con el afán de empatizar y hacer que más personas lo hagan también. Es urgente que aprendamos a sembrar amor en lugar de odio.
En pleno siglo XXI, en esta sociedad la heterosexualidad sigue siendo un privilegio porque es lo que muchos consideran “normal”, lo triste es que esa supuesta normalidad lo único que hace es sembrar odio en lugar de educación, empatía y amor. Desde el privilegio de mi heterosexualidad, nunca he tenido que soportar un chiste homofóbico de algún familiar en una cena, tampoco he tenido que voltear a todos lados antes de tomarle la mano a mi pareja, ni me han dicho que soy una persona desviada, ni me han dado una paliza por ser quien soy. La conclusión es bien sencilla: aquello que no me ha pasado a mí, no le debería pasar a nadie en El Salvador.
Lo que Johnny Wright comentó en la entrevista que le realizaron en el programa radial de La Tribu tiene muchísimas aristas, pero partamos de algo fundamental, nadie, absolutamente nadie, sea heterosexual o de la población LGBTI, debe dar explicaciones sobre su vida privada, a menos que seas un funcionario y que estés abusando de tu poder, el cual no ha sido el caso. Sin embargo, lo que Johnny hizo fue ejemplar, encaró a una sociedad a la que le falta mucho para entender, aceptar y abrazar a ella misma como sociedad y la diversidad que la compone. Por otra parte, que fotos personales se filtren a raíz de espionaje con el uso de Pegasus, eso sí que no es normal y sí que debería indignarnos.
Este hecho marca un hito histórico en la vida política de nuestro país. No voy a entrar en detalles de representación y abanderamiento de derechos en los cuales este hito marca una pauta importante, creo que una persona de la comunidad LGBTI es quién debería hacerlo. Pero comparto plenamente lo que en este mismo periódico ha explicado el Dr. Picardo: lo sucedido debería ser, cuanto menos, un hecho que abra una nueva etapa democrática para el país. Una etapa de respeto, tolerancia y aceptación.
No todo es arcaico, nuestras sociedades han dado pasos muy grandes, pasos liderados por los movimientos feministas y LGBTI. Las nuevas generaciones abrazan conquistas sociales importantes y tienen el reto de reivindicarlas con honores. La mal llamada generación de cristal, tiene mucho que aportar a este país, como también mucho por enseñarnos. Estoy seguro que nos darían una cátedra de respeto a los derechos humanos. Mientras tanto, debemos seguir avanzando.
Como dijo Johnny: “hay mucho trabajo por hacer para convertirnos en una sociedad democrática, pacífica, en dónde se logren los mínimos estándares de convivencia”. Gracias por tu valentía, JW.
Sigamos aprendiendo, la homosexualidad no es algo anormal, no es una condición ni una depravación, es simplemente un atributo más del ser humano. Si tú que lees esto eres padre, madre, abuelo, abuela, hermana, hermano, tío, tía, primo o prima, aprende a deconstruir la rigidez con la que has estado acostumbrado a ver el mundo, muy probablemente alguien en tu familia lo agradecerá hoy o en el futuro. Derribemos los estigmas que tanto daño le hacen a nuestro país. Sembremos amor en lugar de odio.