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Los parias

la semana pasada, Kevin Rivas, productor audiovisual y exestudiante de la Escuela de Comunicaciones Mónica Herrera, fue detenido de forma arbitraria por cuerpos policiales. ¿Su delito? Residir en una zona de riesgo. La indignación y conmoción causada por la noticia movilizó desde académicos y organizaciones de la sociedad civil hasta -los siempre presentes- "opinadores" habitantes digitales. ¿Cuántos más como Kevin permanecen aún entre bartolinas por el afán del demagogo de turno de encandecer su show político?

Por Jorge Martínez Olmedo
Estudiante Economía y Negocios

  La semana pasada, los salvadoreños conmemoramos, en medio del régimen de excepción, la Semana Santa: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Los historiadores discrepan, ya desde los evangelios, sobre Su lugar de nacimiento; lo sitúan o bien en Nazaret, o bien en Belén; como defienden los más puristas. Lo cierto es que sea donde haya ocurrido, Jesús vivió una infancia y juventud sencilla, en un sitio modesto, lejos de toda pompa.

  No hace falta entonces echar a andar demasiado la imaginación para pensar en qué destino le pudo haber deparado a aquel joven humilde de un barrio trabajador si, por su desgracia, hubiera vivido en nuestros días. Jesús, sigámosle llamando así, seguramente tendría que vivir bajo la ineludible condena de ser joven y ser pobre, en un país donde eso basta para cargar con una persistente sospecha de ser un paria, de ser un terrorista, como dicen enarbolados los políticos de turno.

   Y es que, en estos días, vivir en este suplicio parece ser una nueva, y distorsionada, normalidad; en especial, si se tiene el agravio de ser joven. Sin ir más lejos, la semana pasada, Kevin Rivas, productor audiovisual y exestudiante de la Escuela de Comunicaciones Mónica Herrera, fue detenido de forma arbitraria por cuerpos policiales. ¿Su delito? Residir en una zona de riesgo. La indignación y conmoción causada por la noticia movilizó desde académicos y organizaciones de la sociedad civil hasta -los siempre presentes- "opinadores" habitantes digitales. ¿Cuántos más como Kevin permanecen aún entre bartolinas por el afán del demagogo de turno de encandecer su show político?

“El que nada debe, nada teme”, dicen los más adeptos al régimen, probablemente repitiendo las ideas de alguna de las lumbreras (en su sentido más irónico) del oficialismo, esa calaña de youtuberos y tuiteros irritados.  Esto pasa aun cuando no hace falta precisamente una lámpara para reparar en que la presunción de inocencia es un derecho inalienable por más artimañas jurídicas que algún tardo se empeñe en explicar. En este escenario, la resignación dibuja una ruta inevitable para una sociedad consumida por el miedo y la zozobra por cuidar de los suyos.

Parece cada vez más claro que a nuestra generación solo le queda ser valiente, cuando la esperanza de soñar se desvanece día con día. Y es que no se puede ser el futuro, cuando se nos niega, incluso, el presente; como parias, rechazados. Como Kevin, seguramente encontraremos muchos ejemplos más, jóvenes sin oportunidad aparente de imaginar un porvenir más prometedor, debido a un sistema que los penaliza. Mientras esto suceda, el rostro desdibujado de esta juventud trazará el lienzo de un país sumido en la inestabilidad, por no permitirse a sí mismo erigir un nuevo futuro en los hombros de una primavera que reclama oportunidades. Y así, como en un círculo vicioso, contarán la historia del país de la perpetua condena. Y, como introdujese Charles Perrault, dirán:

"Había una vez un país moribundo. Un país moribundo que, en su obstinación por no hacer mea culpa de sus errores, decidió limpiar la sangre de sus fallas en las camisas de sus jóvenes descalzos. Había una vez un país sin primaveras, donde todos los días eran tormentosos, pero donde toda la gente aplaudía la lluvia, sin embargo. Había una vez un país que caía vertiginosamente al vacío achacándole su desgracia al mal tiempo que él mismo había sembrado y cultivado. Había una vez un país, hasta que ya no hubo siembra ni país y las promesas quedaron en el olvido..."

Estudiante de Economía y Negocios (ESEN)

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