El velero fantasma de nuestro viaje atravesó la noche de aquel mar estelar. La brújula que llevábamos para saber a dónde íbamos no nos decía desde dónde veníamos. “Desde el sueño de ayer”, respondió el silencio. En la oscuridad astral la oculta serpiente (kundalini) -que va a lo largo del caudal dorsal de cada quien- resplandecía con su luz maravillosa desde nuestro interior. “Antes de aparecer a la vida fuimos la serpiente primordial de la creación universal”, dije a Gracia Karuna. Entonces nos vimos a los ojos con el mismo mirar de la serpiente ígnea que había vivido desde siempre en nuestro interior. La víbora del paraíso terrenal que indujo a pecar a los primeros seres humanos de la cosmogonía bíblica, estaba dentro de ellos mismos. El olvido celeste habría inducido a la última civilización del planeta Tierra a su propia destrucción, dejando hecho escombros el hermoso paraíso otorgado por la divinidad. Nuestro éxodo a las estrellas nos había llevado finalmente al distante continente estelar y a nosotros mismos: ignorado prodigio de la Creación. Las “sarpas” -sierpes marinas del mar de Rasa- navegaban entretanto las infinitas aguas. (XXXIX) <“Éxodo del Sapiens Estelar al Universo” C.Balaguer-Amazon)>