Al “saptan” (séptimo) día de nuestro viaje, Karuna –la humanoide amante de la creación cuántica— anunció que dentro de un tiempo indeterminado daría a luz a los primeros seres transhumanos. Aquellos nacidos en un mundo extraño, inmerso a tantos años luz de la nube de Ors. Allá hasta donde –cruzando el umbral del tiempo y espacio—habíamos llegado los fugitivos viajeros interestelares. En la vasta soledad sideral de aquella odisea, “Purusha” -el principio espiritual del Ser en sí mismo, en la manifestación universal de la vida- nos dio aliento para continuar el viaje a la anhelada isla de nuestro renacer. Ya no éramos los seres humanos de ayer. Nuestra piel había adquirido el tinte azul índigo de los nativos de Akala –el distante continente estelar—y nuestros cabellos se habían dorado por la luminiscencia del viento solar que cubría su atmósfera. Nuestro éxodo a las estrellas nos había vuelto fantasmas, buscando la felicidad eterna. El ayer se había borrado de nuestra memoria, como también el mundo -un día hermoso- que dejáramos atrás hecho cenizas. (XXXVIII) <“Éxodo del Sapiens Estelar al Universo” C.Balaguer-Amazon)>