Según el experto en política exterior, Napoleón Campos, la adopción de Bitcoin como moneda de curso legal en el país es un desacierto del presidente Nayib Bukele.
Por un lado, indica que este criptoactivo está siendo cada vez más vinculado con actores económicos ilícitos y oscuros. Asimismo, señala que con la invasión rusa a Ucrania, instituciones internacionales están cada vez más pendientes de las vinculaciones del criptoactivo con oligarcas cercanos a Vladimir Putin.
A su juicio, es fundamental prestar atención al “manejo político internacional del Bitcoin y el uso de Bitcoin por economías oscuras que gracias al conflicto en Ucrania han salido a la luz”.
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Finalmente, señala que El Salvador podría abrir la puerta a actores peligrosos y esto le restaría aún más confianza internacional. Prueba de ello es la iniciativa respaldada por ambos partidos en el Congreso de Estados Unidos que llama al Departamento de Estado a investigar los riesgos de la adopción de Bitcoin para el sistema financiero internacional.
“Bukele, con sus conductas personales, se ha separado de los intereses estratégicos de El Salvador en sus relaciones exteriores”, lamenta el experto, quien considera que el país avanza “sin brújula, sin un norte, creyendo que ese mundo de criptomonedas representa una opción para un país pequeño y periférico. Él se encerró en ese disparate”.
Campos destaca que Bukele “comenzó a creer en una economía vinculada al mundo subterráneo, vinculada al crimen organizado como se ha señalado sobradamente”.
Y como consecuencia de esta apuesta, señala un “divorcio” con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ya ha advertido los peligros de la adopción del Bitcoin. Esta tensión con el FMI, añade, “solo nos ha traído tragedia porque pone en grave riesgo país a El Salvador solo después de la economía de Venezuela”.
Ante la lluvia de críticas sobre la decisión de adoptar el Bitcoin, la atropellada implementación y la pérdida de confianza internacional, Campos afirma que surgen muchas dudas razonables ante el abandono de aliados estratégicos. “Nos ha llevado a una zona que solo él conoce y no queda clara la división entre los intereses personales de Nayib Bukele y los intereses del país”, afirma.