El que tiene pasto es casualidad que lo haya guardado para poder mitigar un poco la falta de comida para los animales, aunque, mucho de esos se dañaron a causa de unas lluvias aisladas que se dieron entre enero y febrero, dice Guzmán Roque, un pequeño ganadero del distrito de Pasaquina, La Unión Norte.
La decisión de los pequeños ganaderos está entre vender algunos animales, para seguir subsistiendo con algunos gastos como la compra de harina, ó continuar esperando esa pequeña ayuda en concepto de remesas familiares; este es un dilema que enfrentan cada año.
Suscríbete para seguir leyendo
Obtén acceso a todo nuestro contenido exclusivo.Continuar leyendo
Algunos que tenían ganado solo para la subsistencia decidieron venderlos el año pasado, previniendo más afectaciones a su pequeña economía familiar; tomando en cuenta que cada verano va en aumento las altas temperaturas y los costos del concentrado, el maicillo y guate que son algunas de las materias primas para alimentar a las reses.
En el departamento de La Unión, una de las zonas rurales más afectadas es el distrito de Pasaquina que forma parte del corredor seco, en donde a partir de enero la mayoría de los terrenos lucen áridos debido a la falta de humedad, en esa jurisdicción en el 2023 algunos ganaderos del cantón San Felipe y áreas aledañas perdieron sus vacas por la falta de comida, murieron desnutridas.

De acuerdo con el sector, los que más logran sobreponerse a la situación son los ganaderos que tienen 60 o más cabezas de ganado; pero los que tienen de 5 a 15 vacas, esos tienen que depender de alguna ayuda económica de sus parientes residentes en el exterior, para continuar alimentan a los animales y no perder la costumbre de tener una “vaquita” en el terreno para sacar la botella de leche o la libra de cuajada y poder comer, incluso, vender el producto en mínimas cantidades.
José Vidal Hernández, del caserío Los Portillo del cantón Horcones, Pasaquina, dice que en mayo de 2024 tomó la decisión de vender sus siete vacas, y uno de sus hijos también lo hizo con los 5 animales que tenía, porque la mínima producción que lograba de la leche y cuajada no le generaba ni para poder comprar un quintal de harina para alimentar los animales.
Agregado a esos costos también estaba el pago de $450.00 al dueño del terreno que le alquilaban para tener el ganado y alimentarlo.
Dice Vidal Hernández que los únicos meses que le sacaba provecho con el pasto del terreno eran agosto, septiembre y octubre; los meses más copiosos por lo que hay abundancia de vegetación; ya el resto del tiempo solo zacate seco y sin ningún nutriente para el ganado queda.

“Era muy caro y uno tenía que sostenerlas porque en el verano tenía que gastar en comprar harina o pulimento, más los fletes del guate para mezclarlos y darles de comer a las vacas; las vendía entre $900, $800 y uno en $600, lo hice cuando estaban algo gorditas, y la esperanza es que si la situación del clima y la economía mejora, volveré a comprar vacas”, agregó Vidal Hernández, quien añade que en todas las comunidades de Pasaquina, hay varias ganaderías fuertes pero la mayoría son ganaderos en pequeñas cantidades y unos ya están pensando en vender sus reses para evitar que se les muera de hambre.
Además, lamenta que en su zona nunca han contado con ninguna ayuda o asistencia técnica del Estado.
Santos Ulises Romero dice que la ganadería y la agricultura siempre son afectados por los efectos del cambio climático, o llueve mucho o deja de hacerlo. Añade que en el sector de Candelaria de la Rompisión, zona aledaña al río Goascorán, hay terrenos que cuentan con algunos sistemas de riego o les llega algo de humedad del agua del río por ello los mantiene con pastos; sin embargo el resto de potreros están secos.

“Entre marzo, abril y mayo algunos empiezan a vender su ganado porque no tienen como mantenerlos, y a veces no logran ni hacer la venta porque se les mueren de hambre, y les toca botarlos, eso ya es una pérdida por un animal que sea”, agrega Romero.
Concepción López, del caserío Las Chilcas, tiene dos hermanos ganaderos y “los dos se están yendo a la ruina y a la pobreza porque el ganado no les da; gastan bastante en mantenerlos y al venderlos no tienen ganancias, solo pérdidas”, lamenta.
Fredis Álvarez, ganadero y agricultor del distrito de San Alejo, del municipio de La Unión Sur, explica que actualmente al ganado le están dando la cantidad mínima de comida, no las cantidades indicadas, porque se quedaron sin provisiones de las cosechas del año pasado.
“El 50 % del zacate que teníamos se perdió porque se dañó con las lluvias, y eso nos afecta a nuestra economía porque los insumos están carísimos”, comenta.
Álvarez tiene alrededor de 35 vacas, dice que a partir de este año le ha disminuido la producción de la leche porque no les está dando una alimentación adecuada, “hay que darles harina de concentrado y cada bolsa de 100 libras de buena calidad cuesta $26.00 y eso no me ajusta para alimentar a muchos animales”.
Entre venderlas o arriesgarse a que se mueran de hambre
En algunas ocasiones les toca que sortear entre ganar o perder, es decir continuar con las vacas, ir disminuyendo la cantidad en la alimentación diaria y enfrentar la acelerada desnutrición que va adquiriendo el animal
Algunos agricultores manifestaron que el Gobierno tiene que apostarle a mirar hacia la zona más vulnerable del departamento, a la ganadería y la agricultura, a través de programas y proyectos para recuperar las condiciones de los suelos.
Guzmán Roque trabaja como jornalero en una pequeña ganadería de un tío en el caserío El Rosario, quien asegura que los únicos que logran subsistir son los ganaderos que tiene más de 100 cabezas de animales; ya para el pequeño es una batalla y se enfrenta a las pérdidas económicas entre febrero, marzo y abril por la falta de pastos.
“Mí tío tiene 15 vacas, y hay semanas que se ve en grandes dificultades para poder alimentarlas porque en enero se termina la poca provisión que a veces le queda a uno de lo que ha cultivado, y luego a comprar los sacos de concentrado entre los $7.00, $8.00 y cuando va más avanzando el verano o la escasez, se llega a comprar hasta en $10.00”, detalló Roque.

Roque explica que entre la mala alimentación de las reses eso les viene a perjudicar porque se registra menos producción de leche, y el animal baja de peso, incluso algunos hasta llegan al extremo de la desnutrición.
“Uno a veces le toca vender aunque sea un ternerito porque no ajusta para mantenerlos, y no nos queda nada de ganancia; aquí lamentablemente no contamos con el apoyo del Estado”, indicó Roque.
Las ganaderías que oscilan entre las 100 o más animales, cuentan con la capacidad económica de almacenar comida, conocidos como los silos, es el zacate triturado que lo guardan en la tierra cubiertos con plásticos para cuando llega el verano, tiene como abastecerse.

Yelson Cadenas, nicaragüense, tiene más de 10 años de trabajar como jornalero en una ganadería en el sector del Bejuco Negro en cantón Valle Afuera, de Pasaquina, su patron tiene alrededor de 60 vacas entre lecheras y de producción de carne.
Según Cadenas, el ganadero que logra sobrevivir a la crisis de la sequía, son aquellos que tienen las condiciones económicas para comprar comida y vitaminar a los animales para que puedan resistir a las fuertes temperaturas y que cuenten siempre con la alimentación adecuada.
“Los que no tienen cómo comprarles comida y vitaminas, ese ganado es el que se pone flaco o desnutrido, el animal pierde su valor al venderlo y ya no produce mucha leche ni bastante carne”, agregó Cadenas.
"De todas manera el ganadero sale perdiendo porque el año pasado ya había terminado el invierno y la gente empezaba a secar el zacate cuando llovió y eso se les dañó porque no lograron secarlos para luego picarlos en la máquina y guardarlos para alimentar a los animales"
José Vidal Hernández, caserío Los Portillos.
KEYWORDS
Cambio Climático Ganadería Gobierno La Unión Negocios Pérdidas Económicas Producción De Alimentos San Alejo Sequía Verano Ver Comentarios