Ana ha perdido el miedo de encontrarse con culebras o arañas de regular tamaño mientras coloca las trampas en los manglares, que le permiten agarrar cangrejos azules, conocidos también como tihuacales, debido a la necesidad de llevar el sustento a sus cuatro hijos, de 2, 6, 14 y 17 años, y un nieto de seis.
Las ganancias no son muchas ya que, en promedio, cada 24 horas logra recolectar una docena de cangrejos que es vendida a $7.
Ana Miriam Velis, de 38 años, reside en el caserío Caja de Agua, cantón Salinas de Ayacachapa, en Sonsonate.
Todas las tardes sale de su humilde vivienda, construida de lámina, hacia los manglares de la zona para colocar las trampas que son llevadas sobre su espalda.
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La motivación son los cuatro hijos que viven con ella, y su nieto, aunque también para tratar de cumplir uno de los sueños que tenía junto a uno de sus hijos, quien falleció ahogado en diciembre pasado.
Él era su mano derecha. Juntos salían a “trampear” porque tenían un sueño: reconstruir su humilde vivienda.
El objetivo se ha vuelto difícil ya que ella es quien lleva el sustento a su hogar mientras impulsa a sus demás hijos, en edad escolar, a que asistan a la escuela.
Veinticuatro horas después de haber colocado las trampas, regresa a los manglares para saber la cantidad de cangrejos que fueron capturados.

Su objetivo es una docena; pero en ocasiones no lo cumple, se va con las manos vacías.
“Como mamá soltera me está costando, mi hijito me ayudaba y estudiaba noveno grado, yo quería que fuera una persona de valor”, relató, mientras amarraba un cangrejo azul.
Colocar las trampas para los cangrejos significa caminar entre manglares, lugares espinosos y estar expuesta a la mordida de una culebra y otro animal, pues cada una se deja en lugares esparcidos y entre matorrales.
Ana lo hace sin ninguna protección; sólo la acompaña un machete.
La mayoría de personas que se dedican a esta ocupación son hombres.
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La sonsonateca también hace labores de agricultura y en su casa ha colocado una pequeña tienda para generar ingresos económicos.
Pero los productos que vende no son muchos: caben en una pequeña mesa plástica, donde coloca sodas, miel y productos personales, como lociones.
De lo poco que vende cubre comida, gas propano, energía eléctrica y los pasajes de sus hijos para que vayan y regresen a la escuela, que se encuentra hasta el cantón El Presidio; es decir a cuatro kilómetros de su casa.
En El Salvador existen 1,920,668 hogares, de los cuales el 45% (863,390) son liderados por mujeres como jefas de hogar, según datos del VII Censo de Población y VI Censo de Vivienda 2024, realizado por el Banco Central de Reserva (BCR).
Hace 17 años, el 34.9% de los hogares estaba liderado por una mujer.
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