En el departamento de La Unión, los dueños de algunos comercios y puestos en los mercados comienzan a sentir la disminución de sus ventas. Quienes conocen bien a su clientela analizan que los compradores que dependen de las remesas son los que se han ausentado.
Su sospecha también cobra fuerza cuando ven que en las agencias que reciben remesas, la clientela ha disminuido notablemente.
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El impacto de la política antiinmigrante del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tiene un gran peso en la vida diaria de muchos salvadoreños. Basta saber que de cada 10 salvadoreños mayores de edad que viven en suelo estadounidense, 8 envían remesas de forma periódica para el sostenimiento de sus parientes, de acuerdo con la Encuesta de Población Salvadoreña en Estados Unidos, realizada en 2022 por USAID, Onu Migración y el gobierno salvadoreño.
El primer impacto de la falta de remesas lo tiene la familia del migrante y en consecuencia le llega a las economías locales.
Por ejemplo, Deysi de Fuentes, quien tiene sesenta años trabajando en el rubro de las telas en la ciudad de Santa Rosa de Lima, explica que las ventas en ese lugar siempre han sido buenas o regulares, “pero no tan malas como ahora, porque hoy, hay una calma tremenda en los almacenes, en los bancos y en todos los negocios porque no reciben remesas los salvadoreños, y nosotros vivimos de las remesas”.

El impacto actual la ha llevado a tomar medidas drásticas, por lo que redujo la cantidad de empleados que tenía. Dice que en un panorama similar se encuentran los otros comerciantes de su zona, quienes están “hablando el mismo idioma por el panorama” de cómo ha caído el negocio en todos los rubros. “Yo vivo cerca del mercado y las vendedoras son lamentos en general, de que no venden, que pierden el producto en frutas, verduras, las carnes y todo lo perecedero; están tristes y desconsoladas porque no hay medios para hacer mejor sus vidas con ganancias sostenibles”.
Félix Alberto Guzmán trabaja en el servicio de transportes particulares y el 90% de sus clientes viven de las remesas que reciben.
“Ya no vemos como antes a las personas haciendo grandes filas afuera de los bancos para retirar las remesas, algo que ha bajado en un 75%. Si no fluye el dinero, no hay movimiento de las ventas en todos los negocios: muchas familias (en Estados Unidos) no están saliendo a trabajar por temor, y esa gente no está aportando dinero para sus seres queridos”, comenta Guzmán.
Entre los clientes de Félix Alberto hay pacientes crónicos que están en tratamientos en hospitales y clínicas privadas, quienes pagan los servicios de transporte, pero ahora dice que aunque “sí tienen para pagar el medicamento o tratamiento, pero no hay para pagar el transporte o la gasolina”. Esto coincide con las observaciones hechas por personal de empresas que reciben remesas, quienes han constatado que los montos de envíos han disminuido en esa zona.
Jesús Ventura ofrece sus servicios de transporte en lancha, tanto para turistas como residentes, en el área de la isla Zacatillo, del municipio de La Unión Sur. En la isla, donde el empleo es escaso, la mayoría de los habitantes ha emigrado para mejorar sus finanzas, ayudar a los parientes que se quedan y construir su casa. Ahora, entre los isleños, la situación de sus parientes en Estados Unidos es algo que les preocupa y ya está pasando factura.
“La gente de las islas, que viven allá (Estados Unidos), se está escapando de un estado a otro para evitar ser detenido y deportado, y esos no están trabajando, tampoco apoyando a sus familiares con el dinero que estaban enviando ya sea cada mes o cada 15 días”, comenta Ventura.

Además, añade que las construcciones de hoteles, negocios y casas están paralizadas en las islas, en algunos casos continúan hasta terminar el material que ya habían comprado.
El expresidente de la filial de La Unión, de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (CAMARASAL), Raúl Castro, considera que las consecuencias de la actual situación migratoria en Estados Unidos es un reto que está por venir y que de alguna manera a través de la gremial se tienen que buscar algunos mecanismos para estar preparados para eso, porque es un hecho evidente.
“Si se viene esta gente (inmigrantes ilegales), es una cantidad de dinero que dejará de circular en nuestro país y eso va a poner en déficit económico familiar, la empresarial y al mismo país en general porque todos sabemos que las remesas hacen el balance de los ingresos contra los egresos que tiene nuestro país, y fomenta de alguna manera el comercio y el libre mercado”, agregó Castro.
El empresario no pone en duda que los efectos ya empiezan a percibirse en la zona norte de La Unión, tomando en cuenta que la población de los distritos de Pasaquina, Anamorós, El Sauce, Polorós, ellos inciden desde el punto de vista comercial en Santa Rosa de Lima, y es obvio que los resultados se pueden estar viendo desde ya.
“Hay menos compras y las personas se ven en dificultades porque ya sus hijos o familiares no les mandan remesas; y si alcanzan a comprar la medicina no alcanza comprar la comida o el vestuario”.
Deysi de Fuentes
Comercio de telas