El 29 de marzo de 2017, El Salvador conjuró el peligro que para el medioambiente y la salud de sus habitantes constituía la explotación minera. Ese día, El Salvador pasó a ser el primer país del mundo en prohibir la minería a través de una ley que fue aprobada por la Asamblea Legislativa, por 70 de los 84 diputados que entonces constituían el Primer Órgano del Estado.
Ocho años atrás, en el lapso de nueve meses, en el cantón La Trinidad, los intereses mineros dejaban un reguero de sangre que jamás se había visto en ese cantón, según recuerdan lugareños con varias décadas de existencia.
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Seis personas fueron asesinadas, supuestamente por en el marco de un conflicto socio-ambiental, alentado por intereses de una empresa minera, según el documento Sistematización de la lucha antiminera en El Salvador, publicado en 2021 por la Mesa Nacional Frente a la Minería (MNFM).
En 2009, el acceso al cantón La Trinidad y sus caseríos era bastante difícil, pues aún no existía la carretera Longitudinal del Norte, que reduce el tiempo de acceso a los caseríos El Limón, La Maraña, Los Portillo y el Centro, donde fueron cometidos los seis crímenes, incluyendo el de un bebé no nacido.
Las calles de esos caseríos no han cambiado, son los mismos angostos, pedregosos y de tierra suelta. Lo que sí parece haber cambiado es la posición de sus habitantes respecto de la explotación minera en ese lugar, muy próximo al embalse del Cerrón Grande, donde desembocan varios ríos y riachuelos que atraviesan el cantón, incluyendo uno de los más caudalosos, el río Copinolapa.
El 20 de diciembre de 2009, Ramiro Rivera Gómez fue asesinado en una emboscada que le tendieron en una curva y una pendiente muy pronunciadas del caserío Los Portillo. Hasta ese día, la víctima era vicepresidente del Comité Ambiental de Cabañas (CAC), quien se encargada de informar a la comunidad sobre las consecuencias negativas que llevaría a la comunidad si se permitía la actividad minera en unos cerros del caserío El Limón.
En agosto de ese mismo año, Ramiro había sido víctima de un ataque armado por el cual fue capturado, como responsable, Óscar Menjívar Velasco, quien según vecinos del lugar, era empleado de una empresa minera e hijo de Horacio Menjívar Sánchez, de 54 años, asesinado el 9 de abril de 2009, cuando se disponía a visitar a uno de sus hijos, residentes en el mismo cantón.
Horacio fue la primera víctima de la racha de seis homicidios cometidos entre abril y diciembre de 2009 en el cantón La Trinidad.
En aquel momento, las autoridades fiscales y policiales afirmaron que las muertes violentas ocurridas en esa comunidad eran producto de rencillas entre familias o entre grupos de habitantes que se oponían a la minería y otros que sí la apoyaban.
Horacio, según residentes de La Trinidad, era dueño de terrenos donde se habían realizado exploraciones mineras.
Las investigaciones de los seis homicidios fueron realizadas por la División Especial contra Crimen Organizado, tanto de la Policía Nacional Civil (PNC), como de la Fiscalía General de la República (FGR), cuyo jefe era Rodolfo Antonio Delgado Montes, hoy fiscal general quien el lunes anterior fue elegido para un segundo período en ese cargo.
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Al homicidio contra Horacio le siguió el atentado perpetrado por un hijo de éste (Óscar Menjívar Velasco) contra Ramiro a quien le disparó con una escopeta causándole ocho lesiones, producto de los balines que contienen la munición para ese tipo de arma. El ataque era en venganza, según dijo la Fiscalía, porque familiares de Horacio creyeron que su padre fue asesinado por su consentimiento a la minería, al ser dueño de terrenos donde se hacían exploraciones.
Después de ese ataque, a Ramiro y a su familia les pusieron dos agentes policiales, armados con pistolas, para que los protegieran permanentemente.
El 8 de octubre de 2009, dos meses después del ataque a Ramiro, Esperanza Velasco de Menjívar fue asesinada a tiros. Otra vez se dijo que opositores a la minería la habían mandado a matar.
Poco más de dos meses después de la muerte de Esperanza, Ramiro fue acribillado cuando regresaba del cantón Santa Rosa La Maraña, hacia el caserío El Centro, donde residía. Junto a él fue asesinada Felícita Echeverría Menjívar, quien era pariente de Horacio y Esperanza. Ella viajaba en el mismo vehículo que conducía Ramiro.
Este ataque armado parece que fue bien planificado, pues eligieron un lugar donde el mal estado de la calle de tierra, una curva y una pendiente bien pronunciada, hacen que tanto en bajada como en subida, los vehículos disminuyan la velocidad a vuelta de rueda. Los atacantes disponían de armas largas. Los policías asignados a proteger a Ramiro no iban con él ese día.
Seis días después de ese doble homicidio, el 26 de diciembre, Dora Recinos Sorto fue asesinada y con ella también murió su bebé, de ocho meses de gestación. Otro niño, hijo de Dora, fue herido levemente. La víctima regresaba de lavar ropa en un río cercano a su vivienda.
“Recinos Sorto era esposa de José Santos Rodríguez, quien era el primer vocal del Comité Ambiental de Cabañas, ambos resistieron la violencia generada hacia ellos por oponerse al proyecto de explotación minera, que promovía la empresa Pacific Rim; sicarios la asesinaron cuando regresaba de lavar del río…” reza el documento de la Mesa Nacional Frente a la Minería, citado en el segundo párrafo de esta nota.
¿Hubo justicia para todas las víctimas?
La Fiscalía y policía realizaron investigaciones tras las cuales logró capturar a una decena de sospechosos de ser los autores materiales; señaló a todos de estar vinculados a los seis homicidios, pero de todos, según indagaciones de este Diario, ninguno está preso en la actualidad, pues les impusieron penas que correspondían a homicidios simples y no a homicidios agravados.
Durante la investigación, las autoridades no dieron información correcta a los medios de comunicación y organizaciones defensoras de derechos humanos que constantemente consultaban sobre los avances. Por ejemplo, reportes periodísticos recogen declaraciones de investigadores que afirmaron que todos los involucrados eran originarios de Ilobasco, lo cual no es cierto.
Por ejemplo, entre las nueve personas capturadas en julio de 2010, había originarios y residentes en Jutiapa, Ilobasco, Sensuntepeque (todos estos lugares son del departamento de Cabañas) y hasta uno de Santa Cruz Michapa, del departamento de Cuscatlán.
Uno de los pocos que fueron condenados fue Santos Balmore Pérez Guerra, quien asesinó a Horacio Menjívar Sánchez, junto a otro sujeto que, al parecer, nunca fue detenido, pues en documentos judiciales no consta sentencia contra él ni se lo identifica.
Guerra Pérez fue detenido el 16 de julio de 2009 en la colonia Ferrocarril de 2009, según fecha de acta policial de captura, sin embargo, en la Sentencia 120-06-2013-3 dictada por el Tribunal de Sentencia de Chalatenango, se indica que cumpliría su pena el 16 de julio de 2023.
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Aunque la Fiscalía lo acusó por homicidio agravado, el tribunal cambió el delito a homicidio simple, que tiene una pena de entre 10 y 20 años de cárcel; Guerra Pérez fue favorecido con la pena mínima, es decir, 10 años de prisión.
Otro de los condenados, fue Miguel Nicolas Najarro, quien participó directamente en el asesinato de Ramiro Rivera, el 20 de diciembre. A este le impusieron también 10 años de prisión, según reportes periodísticos.
Tanto Guerra Pérez como Najarro ya recuperaron su libertad, según indicaron vecinos del cantón La Trinidad. Documentalmente, El Diario de Hoy comprobó que varios de los presentados, horas después de ser arrestados, como responsables de la espiral de homicidios, ya están en libertad.
Se intentó obtener la versión de algunos de ellos, sin embargo, al explicarles que se les llamaba de El Diario de Hoy, cortaron las llamadas telefónicas.
¿Qué ha cambiado en La Trinidad?
Los seis homicidios cometidos en 2009 relacionados a la extracción de oro en el cantón La Trinidad para los mayores son solo un recuerdo de un mal año que vivieron en el lugar y que los puso bajo la lupa de medios de comunicación y de organizaciones ambientalistas, tanto a nivel nacional como internacional.
En La Trinidad, aquella racha de homicidios son un mal recuerdo; a 15 años de cometidos, algunos familiares prefieren no hablar del tema. “Gracias a Dios que quedamos vivos; para qué remover eso, no lo voy a revivir”, dijo una mujer, pariente de una de las víctimas.
Para la población más joven, aquellas víctimas solo son parte de una leyenda que les ha sido contada por sus padres o abuelos; para algunos mayores con quienes se conversó, si bien el tema está fresco en sus memorias, prefieren no hablar del caso.
¿Y qué pasó con aquella iniciativa contra la explotación minera? Parece estar desarticulada. Algunos dejan entrever que no quieren más muertos en su cantón y menos convertirse en víctimas.
La familia Menjivar Velasco vendió sus propiedades y emigraron del lugar. Según lugareños, casi todos se fueron para Estados Unidos.
Óscar Menjívar Velasco, uno de los capturados por el ataque con escopeta, realizado en agosto de 2009 contra Ramiro Rivera, parece que cuando recuperó su libertad, se fue para Guatemala, donde murió. En cuanto a Noemy Menjívar Velasco, solo estuvo presa unos pocos meses y al salir se fue del país. Esto dicen los lugareños. Óscar y Noemy eran hijos de Horacio y Esperanza.
Mientras tanto, las tierras donde se hicieron exploraciones para buscar oro, ubicadas en el caserío El Limón, parecen abandonadas. Al pie de un cerro, un rótulo oxidado advierte que es propiedad privada y que no se debe traspasar el cerco de púas.
Adultos mayores y algunos jóvenes sí saben dónde están los terrenos donde supuestamente hay oro, pero no hay actividad. Al menos eso dicen los residentes más cercanos. Hoy son propiedad de un hombre residente en Sensuntepeque, aseguran.
Al cantón La Trinidad también ha llegado la noticia de que Bukele y la Asamblea Legislativa le han abierto las puertas del país a las empresas mineras internacionales; siete años después de que El Salvador se convirtiera en el primer país en prohibir la minería metálica, ha dado marcha atrás reviviendo la amenaza de contaminación de sus aguas y de su medio ambiente en general.