En la Comisión de Tecnologías, Turismo e Inversión de la Asamblea quedó claro el sábado que el bukelismo quiere abrirle la puerta a la minería metálica pese a que los mismos funcionarios del gobierno admitieron penosamente que lo harán sin haber hecho estudios científicos correspondientes, que no tienen financiamiento, que no han consultado con la población y, sobre todo, mostraron que no les importa escuchar a la gente ni a los expertos ni los daños que les pueda causar esto a las comunidades y al medio ambiente.
No sorprende ni extraña pero repugna la ansiedad con la que el régimen salvadoreño pretende imponer hoy la minería metálica tras años de estar prohibida por demostrarse nociva para las comunidades, el agua y el medio ambiente y, sobre todo, haberlo advertido la Iglesia Católica, universidades, organizaciones ambientalistas y las mismas comunidades que resultarían afectadas.
Igual de repulsiva, pero no extraña, es la indiferencia que muestran los diputados oficialistas ante los razonamientos, llamados y reflexiones sobre las ilegalidades y daños al medio ambiente en que se incurriría.
Lo más patético fue el desprecio con que rechazaron escuchar a 20 organizaciones que quieren debatir la ley. Es evidente la perversidad de no discutir un tema que potencialmente va a llevar sustancias tóxicas que pudieran envenenar el agua que sirve al 70% de la población salvadoreña y afectarla por cientos de años.
En el seno de la Comisión se dejó constancia de que el proyecto fue presentado a las 8 de la noche de viernes y la comisión se reunió a la 10 a.m., es decir, no hubo suficiente tiempo para preparar un debate y la reunión con la Comisión duró sólo dos horas y media, como para cumplir una formalidad. La información de los funcionarios encargados fue pobre y los diputados oficialistas estaban más enfocados en sus celulares, según les increparon.
El proyecto de ley viene de la Presidencia y hay que aprobarlo a toda costa, no importando sus consecuencias ni perjuicios, como ha ocurrido con otros que sólo han propiciado injusticias, corrupción y despilfarro.
Es triste que no puedan mostrar conciencia y independencia y oponerse a proyectos de muerte para población que los eligió y que en un futuro les pedirá cuentas.
Los ambientalistas, la Iglesia y las comunidades dicen "no"
La Iglesia Católica reafirmó ayer su posición de que la minería propiciará el envenenamiento del río Lempa y otras fuentes y llamó a promover el desarrollo de las comunidades pobres, pero no con la minería.
"La Iglesia ante la minería: Ratificamos nuestra posición totalmente contraria a la derogación de la ley de prohibición de la minería", indica un mensaje divulgado en X por la Arquidiócesis de San Salvador.
La nueva ley es un manojo de violaciones a la Carta Magna, denunció el abogado constitucionalista Enrique Anaya.
Cuando la minería metálica se prohibió, hace una década, se hicieron estudios que advertían los peligros de la misma en un territorio tan pequeño y densamente poblado. Incluso El Salvador, representando por el abogado Luis Parada, tuvo que librar y ganar un litigio multimillonario con una minera. ¿Por qué tanto sofoco ahora en volver a abrir la puerta a la minería? ¿Qué oscuros intereses hay detrás?
Las comunidades se han estado oponiendo férreamente a las operaciones de una mina en Guatemala porque contaminan el Lempa y seguirán oponiéndose acá.
Tal parece que hoy se dispondrán a aprobar un proyecto tan envenenado como los químicos mineros que se llegarían a utilizar, y con la misma rapidez con la que serían los primeros en salir corriendo por la furia de la población engañada y la contaminación que habrían heredado…