Ligia Elizabeth Cruz, tiene 43 años, llegó al Hospital General del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS), por una cirugía ambulatoria que consistía en el drenaje de un divieso, médicamente conocido como absceso, programada para la mañana del 7 de agosto del 2023.
Un día antes, la jornada laboral de Elizabeth transcurría con total normalidad, lo único diferente era que debía solicitar un permiso para faltar la mañana siguiente y realizarse el procedimiento médico.
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Ella trabaja en una institución humanitaria de amplia trayectoria en el ámbito de la salud. Sus compañeros y jefes conocían del procedimiento que le realizarían y tenían predispuesto que regresaría por la tarde.
En medio del convulsionado tráfico vehicular y el acelerado movimiento de las personas bajo los primeros rayos del sol, Francisco Gómez, esposo de Elizabeth, apresuraba la marcha para dejar a tiempo a su pareja en el hospital. En la entrada se soltaron las manos, se dieron un beso mientras se miraban a los ojos y luego de un apresurado abrazo finalizó la despedida, "nos hablamos, nos vemos más tarde", se dijeron.
Elizabeth esperó pacientemente de pie, desde su diagnóstico se le complicaba sentarse, ya que el absceso lo tenía en el muslo, en la pierna izquierda, debajo del glúteo.
Luego de unas horas la colocaron en una camilla, le pusieron un suero y desde la 01:00 de la tarde entró en un sueño profundo.
Mientras tanto, fuera del recinto hospitalario y durante tres días, la desesperación de su esposo ya había provocado que lo sacaran del hospital y que discutiera con algunos vigilantes.
A Francisco nadie le daba referencias de su esposa hasta que un trabajador de la salud le contactó y le dijo que su esposa había fallecido por complicaciones durante la operación.
Como pudo logró arreglárselas para ingresar por el área de ambulancias, la desesperación y la incredulidad que su esposa estuviera muerta lo hizo buscarla en casi todo el recinto hasta encontrarla en un área de observación de la unidad de Emergencias.
Pero menciona que, "para llegar ahí fue algo difícil porque estaba en un sector donde se había acomodado todo como para que no la vieran".
En casa, la hija de ambos esperaba tener novedades. La falsa noticia de la muerte de su madre provocaría que su estado de embarazo se interrumpiera antes de los nueve meses, tuvo problemas de hipertensión arterial y diabetes.
El día 9 de agosto Elizabeth despertó en una camilla, sus piernas y glúteos estaban vendados, nadie le explicaba lo que había sucedido, "me dijeron que era algo ambulatorio, que iba a ser rápido y que hasta me iba a presentar a trabajar la misma tarde, pero vengo y despierto a los tres días", comenta ella; luego agrega que su estancia en el hospital fue de varios meses.
"Yo preguntaba y nadie me decía nada, el día 10, quizá porque ya había pasado la anestesia, me empezaba a doler y arder, La desesperación era tanta que me quité las vendas, me amarraron y me llevaron a un psicólogo", relata.
Elizabeth dice que luego de varios días llegó la directora del octavo nivel a pedirle que se tranquilizara, "me dijo que una placa había agarrado fuego y que por eso yo me había quemado, que la doctora hasta mucho había hecho con jalarla, porque si no me habría quemado más y que diera gracias a Dios que estaba con vida, que lastimosamente me había pasado eso", le justificaron.
Según el manual médico: Directrices Prácticas para el Diagnóstico y Tratamiento de Infecciones de la Piel y Tejidos Blandos, de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, el absceso es una acumulación de pus en una determinada área y al ser muy profundo requiere ciertos estudios radiológicos.
El procedimiento médico consiste en realizar una herida quirúrgica y dejar drenar la incisión. También puede realizarse una "aspiración percutánea con aguja", o sea, extraer el fluido infectado con una jeringa.
Otro procedimiento es por medio del uso de un instrumento médico llamado electrocauterio, que funciona a base de corriente eléctrica y sirve para cortar tejidos durante un proceso quirúrgico con menor riesgo de sangrado.
Para conocer sobre el manejo de estos equipos, El Diario de Hoy consultó a un ingeniero biomédico, quien por razones de seguridad pidió mantener su identidad en el anonimato.
Según comenta las quemaduras suceden cuando por mal uso o manipulación de los electrodos, "puede suceder porque el olor a una cauterización es similar al olor cuando se está produciendo una quemadura de piel, depende mucho de los insumos que tenga el hospital y la persona que lo maneja", comenta.
Además, sostiene que para el caso de Elizabeth, por las zonas quemadas sí se trata de un mal manejo, ya que las lesiones se encuentran en un área alejada del procedimiento.
Luego de algunos meses la situación se complicó para Elizabeth, no podía permanecer mucho tiempo sentada y las quemaduras comenzaron a generar humedad e infecciones.
"Yo sentía que en el hospital en el tiempo que estuve ahí recibía un trato como que yo hubiera hecho algo malo", se lamenta.
Debido a los malos tratos de las enfermeras, solicitó un permiso para que su esposo llegara todos los días a verla y realizar su aseo personal.
Hasta diciembre salió de alta, pero sus curaciones tenían que realizarlas en el hospital.
Le tocaba trasladarse desde su casa, dice que como alternativa el ISSS le ofreció transporte para poder llegar a realizarse sus curaciones, pero cuando lo solicitaban nunca había disponible, no le contestaban las llamadas, en algunos casos ya la tenían identificada y al decir su nombre la dejaban esperando o le colgaban.
Luego la institución le ofreció un proceso de reconstrucción de la zona afectada, pero a partir de todas sus experiencias no tiene disposición y desconfía mucho de quienes puedan operarla.
Elizabeth lleva a todos lados una carpeta de plástico, en ella guarda una serie de documentos importantes que son su archivo personal desde agosto del 2023.
Son copias y originales de denuncias ante la Fiscalía General de la República (FGR), la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos (PDDH), cartas dirigidas a la dirección del ISSS, entre otros, documentos que son reflejo de su peregrinaje las instituciones estatales que tienen como mandato hacerle justicia y garantizar sus derechos.
También en este caso como en el de Jenniffer Ventura, El Diario de Hoy ha solicitado por los canales comunicacionales la versión oficial de la dirección del Hospital General del ISSS, pero hasta el cierre de esta redacción no se ha obtenido contestación. Jennifer Ventura es una de las tres mujeres que han expuesto como fueron víctimas de mala praxis en el ISSS. En el caso de ella le perforaron en repetidas ocasiones el intestino luego de sacarle un objeto extraño que dejaron cuando le hicieron una cesárea. El tercer caso es el de Dora, a quien la incorrecta aplicación de una malla pélvica le ha provocado daños neurológicos irreversibles; cuyo reportaje será publicado mañana.