Uno de los excesos que, si son permitidos en la vida del ser humano, es el exceso de agradecimiento. Nunca estará demás tener la actitud correcta frente aquellas personas que te ayudaron cuando estabas solo, cuando no te podías valer por ti mismo, cuando aun tus familiares te dieron la espalda.
Ciertamente la vida no es fácil, sobre todo cuando se tiene que bregar cuesta arriba producto de haber nacido en una situación de pobreza extrema; sin embargo, en la miseria, en la ausencia de lo básico para vivir surge la inventiva y la creatividad, de ahí surge las mejores ideas para cambiar al mundo.
Ante ese escenario, siempre habrá alguna persona que te extienda la mano, a los mejor sean tus padres los que se sacrifiquen para darte la oportunidad de educarte, o un pariente, quizá sea un desconocido, sin importar quién te haya extendido una mano amiga para superarte; nunca albergues en tu corazón arrogancia ni orgullo frente a los que con amor te financiaron para que alcanzaras el objetivo de educarte y ser un mejor ciudadano.
La ingratitud más grande es olvidar a propósito aquellas personas estuvieron contigo en los peores momentos de tu vida, y quizás compartieron un bocado de pan o te dieron dinero para tus estudios.
En una ocasión un agricultor pobre de Inglaterra, mientras labraba la tierra para ganarse la vida y sostener así a su familia, escuchó unos gritos, de un niño pidiendo ayuda desde un pantano cercano. Inmediatamente soltó sus herramientas y corrió hacia el pantano.
Allí, enterrado hasta la cintura en el lodo negro, estaba un niño aterrorizado, gritando luchando por su vida y tratando de liberarse del pantano. El agricultor como pudo cogió unas ramas y salvo al niño de lo que pudo ser una muerte lenta terrible. Al día siguiente, un carruaje de un aristócrata llegó hasta los predios del agricultor inglés.
Se trataba de un acaudalado inglés, que iba elegantemente vestido, el cual se bajó del carruaje y se presentó a sí mismo como el padre del niño que el agricultor había salvado. "Yo quiero recompensarle," dijo el noble inglés. "Usted salvó la vida de mi hijo."
"No, yo no puedo aceptar una recompensa por lo que hice," respondió el agricultor inglés, rechazando la oferta. En ese momento el propio hijo del agricultor salió a la puerta de la casa de la familia. "Es ese su hijo?" le preguntó el noble inglés. "Sí", dijo el agricultor lleno de orgullo.
"Le voy a proponer un trato dijo el aristócrata: Déjeme llevarme a su hijo y ofrecerle una buena educación. Si él es parecido a su padre crecerá hasta convertirse en un hombre del cual usted estará muy orgulloso".
El agricultor aceptó. Con el paso del tiempo, el hijo de agricultor se graduó en la Escuela de medicina de St. Mary's Hospital en Londres, y se convirtió en un personaje conocido a través del mundo, el nombre de hijo de agricultor es Alexander Fleming, quien fue el descubridor de la Penicilina. Algunos años después, el hijo del noble inglés, cayó enfermo de pulmonía. ¿Qué lo salvó? La Penicilina.
El nombre del noble inglés era: Randolph Churchill. El nombre de su hijo: Sir Winston Churchill el que se convirtiera posteriormente en el Primer Ministro de Inglaterra más laureado.
De modo que el ser agradecido, es le mejor acto de nobleza que se puede expresar frente a las personas que nos ayudaron y nos vieron como un diamante en bruto.
Para luego convertirnos en un diamante refinado, agradece y retribuye a los que te ayudaron, sino fuera posible con ellos, es tu obligación ayudar a otros niños y jóvenes que no tienen como salir adelante, en razón de su condición de pobreza.
Consultor Legal y de Negocios
X: @Jaime_RO74