Tres hermanos residen en una casa de adobe dañada luego que un árbol de conacaste cayó, a inicio de diciembre, por los fuertes vientos; mientras que una mujer vive de posada, junto a sus cinco hijos, porque su vivienda cedió, en octubre, debido a que las paredes, también de adobes, no resistieron la acumulación de agua que comenzaron a afectar la estructura desde hace tres años.
La situación ha agravado la condición de pobreza que ya enfrentaban las personas, que residen en diferentes comunidades del distrito de San Francisco Menéndez, en Ahuachapán Sur, que es un municipio que presenta indicadores de vulnerabilidad por arriba del promedio nacional, de acuerdo a datos del “Mapa socioeconómico: Guía para los nuevos 44 municipios de El Salvador” que fue elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
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Ambas familias no únicamente coinciden en ser parte del 73% de la población del municipio que reside en la zona rural; sino que también en que viven en una condición de hacinamiento.
A nivel nacional, el 38.1% de la población vive en hacinamiento: tres o más personas comparten una misma habitación.
86.2%
de personas en Ahuachapán Sur están ocupadas con un empleo informal,
según datos del “Mapa socioeconómico: Guía para los nuevos
44 municipios de El Salvador”. Es decir que 86 de cada 100
personas no cuenta con un trabajo formal
Dicho dato es de 55.4% en Ahuachapán Sur, que está integrado por los distritos de San Francisco Menéndez, Jujutla, Guaymango y San Pedro Puxtla. Es decir que más de la mitad de la población del municipio no cuenta con dormitorios exclusivos.
Silvia Leticia García Rivera relató que desde octubre vive con una amiga debido a que su casa, que era de adobe, colapsó porque estaba en una especie de agujero, donde cada invierno se le acumulaba el agua.
El VII Censo de Población y VI Censo de Vivienda 2024, realizado por el Banco Central de Reserva (BCR) indica que el 11.2% de las viviendas del país cuentan con paredes de adobe.
Sin embargo, al desglosar el dato por departamento, las paredes del 23.4% de las casas de Ahuachapán están construidas con dicho material.
Únicamente le superan Chalatenango con el 34% y Morazán, con un 31.1%.
Donde hay menos viviendas con paredes de adobe es San Salvador, con un 2.3%.
La humedad que acumuló la vivienda de García Rivera, durante los últimos tres inviernos, provocó que la estructura no resistiera y colapsara, dejándola sin un hogar a ella y a sus cinco hijos, que tienen 14, 12, 11, 4 años y siete meses de edad.
El terreno, ubicado en la colonia 19 de Septiembre, cantón Cara Sucia, es propio; pero la condición económica no le permite contar con los recursos para la reconstrucción de la infraestructura, que tenía once años de haberla hecho.
Lo poco que gana lavando ropa de otras personas, desde hace catorce años, es utilizado para cubrir las necesidades básicas de la familia.
“Lo único que pido a las personas de buen corazón que me quisieran ayudar es a levantar mi casita; de ahí para el sustento de mis hijos yo voy rebuscándome aunque sea con poco, con lo que Dios me bendice”, expresó la ahuachapaneca, de 33 años.
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El documento del PNUD establece que el 43.8% de los hogares de Ahuachapán Sur viven en situación de pobreza monetaria; mientras que en pobreza multidimensional, un 50.2%
La pobreza multidimensional se refiere al porcentaje de hogares que reportaron privaciones en siete o más de los veinte indicadores incluidos de Pobreza Multidimensional de El Salvador.
Los mismos están agrupados en cinco dimensiones: educación; condiciones de la vivienda; trabajo y seguridad social; salud, servicios básicos y seguridad alimentaria y, calidad del hábitat.
14.3%
de sus habitantes cuenta con un seguro médico,
ya sea público o privado, de acuerdo al mismo documento
Mientras que pobreza monetaria es el porcentaje de hogares cuyos ingresos en 2023 no eran suficientes para cubrir la Canasta Básica Alimentaria (CBA) o la Canasta Ampliada (CA) de 2023.
La CBA urbana fue de $252.40, en el 2023, y la rural de $189.40. La CA en el área urbana fue de $504.80 y en el área rural de $378.86.
García Rivera gana, cuando una familia lo solicita, $12 lavando ropa ajena; mientras que los hermanos trabajan en el área de la agricultura, donde el promedio de ingreso diario es de $8 diarios.
En ambos casos es insuficiente para cubrir las necesidades en sus respectivos hogares.
García Rivera no cuenta con un estimado de cuánto podría ser la inversión para la reconstrucción de su casa porque apenas cursó hasta segundo grado. Por ello, no puede hacer un posible presupuesto.
Contó que sus padres no la mandaron a estudiar porque en su familia había doce hermanos.
En el caso de los hermanos Soriano Jiménez están durmiendo, desde inicio de diciembre, en una casa parcialmente destruida por un árbol de conacaste que cedió debido a los fuertes vientos que afectaron al país en las últimas semanas.
El 3 de diciembre, a las 4:30 de la mañana, se despertaron de forma abrupta porque el árbol cayó en el techo, generando una polvareda que no les permitió observar, en un primer momento, la magnitud de lo que estaba ocurriendo.
Cuando reaccionaron, tuvieron sentimientos encontrados; estaban agradecidos con Dios por estar vivos; pero a la vez, se mostraron tristes por los daños en la casa, que fue construida hace dos años, en la colonia Los Lirios, cantón Cara Sucia, en el mismo distrito.
Con esfuerzos la habían edificado, con un mejor material ya que anteriormente residían en una estructura de plástico y madera.
Desde principios de diciembre están durmiendo en la casa dañada, prácticamente a la intemperie ya que parte de las paredes cedieron y algunas láminas del techo fueron retiradas por el daño que tuvieron tras el impacto del árbol.
“Ahí hemos estado viviendo y durmiendo porque no tenemos otro solar para dónde irnos; ahí nos toca estar. Es una situación difícil porque con lo que uno va ganando va comprando cositas para la casa y no queda para decir comprar lámina”, expresó uno de los hermanos, quienes laboran en la agricultura. Dos de los afectados son menores de edad y uno tiene 23 años.
Ambas familias ahuachapanecas no cuentan con servicios básicos en sus casas. Por ejemplo, vecinos les comparten energía eléctrica y el agua es abastecida a través de pozos artesanales, también de otras personas.
El “Mapa socioeconómico: Guía para los nuevos 44 municipios de El Salvador” indica que a nivel nacional, el 14% de los hogares salvadoreños no cuenta con energía eléctrica en sus viviendas y que el 21.2% está sin el servicio de agua por cañería. Pero en Ahuachapán Sur, los porcentajes llegan al 28.6% y 30.5%, respectivamente.
Mientras que el VII Censo de Población y VI Censo de Vivienda 2024 establece que el 9.1% de los hogares del departamento de Ahuachapán tiene conexión eléctrica del vecino.
A nivel nacional, el dato es del 4.9%.