“Sabes -dijo un día el espantajo de palma a su amigo el viento- Los espantajos también solemos anhelar imposibles dichas. Estoy enamorado de una joven aldeana de las que doblan la milpa. Ha llegado sonriendo hasta mí para acariciar mis ramas. Es hermosa y feliz, como siempre la imaginé y canta arrullos de amor. Dice que ama a los espantapájaros, aunque sólo duren unos meses mientras pasa la cosecha. Amigo ventarrón, estoy enamorado de esta campesina de ojos de miel y labios encarnados. De su cabellera color del maizal cuando se dora; de su risa de maíz nuevo; de su cintura de guitarra y de su reír de brisa. De cuando mira a las nubes viajeras, queriendo irse con ellas… De cuando mira al fondo de mi corazón de hierba, como viendo una luz en el vacío. Le amo -viento amigo- porque los fantoches también sabemos amar. Aunque sé que un día -cuando termine la corta- talvez ella se olvide de un triste espantapájaros y se vaya con un joven mozo de la aldea. También sé que ningún amor es eterno. Pero ese instante, amigo viento, cuando la adorable labriega llega hasta mí, recogiendo mazorcas y dice que me quiere… Siento de pronto que mi breve dicha se vuelve dulce eternidad.” “Debes decirle que la amas –le aconsejó la brisa. Decirle que la sueñas, aunque el amor sólo dure una cosecha y el sueño tan sólo un despertar. Que ella es la estrella y tú la paja en la corriente. Abrázala con los brazos de tu fantasía para que tu imposible delirio se torne realidad.” (V) De: “La Vida es Cuento” © C. Balaguer
El espantajo de paja enamorado
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